Por Victoria Mántaras

La psicopedagoga Liliana González se presentará el próximo 20 de septiembre en Rosario y brindará una charla sobre “Nuevas infancias: el desafío de educar” en el marco del congreso nacional “Discapacidad y lazo social”.

Liliana es cordobesa y licenciada en Psicopedagogía por la Universidad de Río Cuarto, tiene nueve libros publicados y en 2014 ganó el premio Santa Clara de Asís. En Córdoba se la puede ver en Teleocho Noticias, donde recientemente realizó un emotivo homenaje a los maestros en su día.

Su reconocimiento se destapó en una conferencia en 2010, en donde disertó sobre las infancias en tiempos acelerados, aquellas crianzas atravesadas por el uso de las tecnologías en la casa. El video se viralizó entre padres, docentes y profesionales de la educación y la salud y dio a conocer la forma de pensar de Liliana.

En esta oportunidad, se presenta en Rosario para disertar en la sede de Gobierno de la UNR (Maipú 1065) bajo el título de “Nuevas Infancias: el desafío de educar”. Conferencia que dará cierre a la primera jornada de Congreso Nacional organizado por la Fundación del Sol Naciente y la Fundación ESTAR Eduardo Schwank los días 20 y 21 de Septiembre.

– ¿A propósito de las nuevas infancias y adolescencias, ¿cuáles son las actitudes y aptitudes que debe tener un docente?

-Las nuevas infancias y adolescencias exigen nuevos docentes. Creativos, desafiantes y provocadores. Un docente que se plante en el aula con autoridad pedagógica no sólo del saber, sino del saber-hacer. Que tenga como objetivo generar alumnos investigadores, críticos y expresivos. Basta del docente dando clases magistrales para que el alumno las reproduzca en una evaluación. Hoy el aula debería ser un laboratorio para que los alumnos puedan hacerse buenas preguntas e investiguen, porque cuando uno se hace buenas preguntas, es una aprehendiente de por vida.

Necesitamos docentes que rompan filas, que trabajen de manera cooperativa en el aula, que armen interdisciplinariamente buenas fichas de investigación, y fundamentalmente, necesitamos docentes enamorados de su que-hacer. Que no silencien a los alumnos y puedan proporcionar espacios de expresión, creación y autoría que es lo que las pantallas, en cierto punto, les vienen privando.

-¿Qué papel considera que deben tener espacios de encuentro como Congresos de éste tipo en la formación de los docentes?

-Jornadas de encuentro de éste tipo son absolutamente imprescindibles, pero no sólo para la formación docente, sino para el intercambio de experiencias. No son épocas de “cada maestro con su libro”, son épocas de pensar y trabajar juntos, entre todos. Hay preguntas nuevas, escenas y situaciones nuevas que sorprenden a los docentes en el aula. La capacitación tiene que ser permanente porque el docente se sostiene desde la ética del bien-hacer y el bien-decir, y para ello, hacen faltas capacitaciones y experiencias para compartir. Hoy hay pasiones para contagiar y entusiasmos comunes que pueden hacer de puente para volver al aula más armados.

-Puede comentarnos, a propósito de su reciente libro, ¿cómo deberíamos volver a mirarnos para que la convivencia sea posible?

-En primer lugar convivir es vivir-con. Es imposible pensar la convivencia sin el otro, y no podemos de ninguna manera incluir al otro sin mirarlo. La mirada es pulsión que no se fabrica, sale del interior, tiene elementos inconscientes y es absolutamente verdadera. Mirar implica querer alojar al otro en nuestras vidas. Para ello, hay que acotar el uso y el tiempo de las pantallas y habitar entornos reales más que virtuales. La convivencia implica mirarnos, escucharnos y hablarnos aceptando que el otro es mi semejante-diferente. Semejante en lo humano y diferente porque siente, piensa y desea distinto a mí. La mirada humaniza y es vehículo del amor.

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