La salud es un derecho humano fundamental y, por lo tanto, debe ser un tópico prioritario en las agendas gubernamentales. Aún así, los presupuestos destinados a este área suelen navegar de manera frecuente entre subejecuciones y desfinanciamientos. Llevar una vida digna y no quedar vulnerable ante los diagnósticos médicos, depende de decisiones políticas.

En la Argentina, según el último boletín epidemiológico de la Dirección de Sida, ETS, Hepatitis y TBC, dependiente de la Secretaría de Salud de la Nación, hay 122.000 personas viviendo con Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). De este total, el 30% desconoce cuál es su situación.

Este viernes a las 19.30 en el hall de la Facultad de Humanidades y Artes, en el marco del 9º Ciclo Positivo y bajo la consigna «Nos necesitamos VIHVAS!», se llevará a cabo una actividad en la que habrá charlas debate, ferias, intervenciones, tarot, astrología y otras sorpresas.

Federico y Camila son integrantes de Mesa Positiva, un espacio rosarino integrado por personas que viven con VIH y encuentran en su militancia la posibilidad de dar respuesta y contención de manera colectiva a quienes son diagnosticados con la enfermedad. Ambos dialogaron con Conclusión sobre la organización, las actividades que llevan adelante y la necesidad de cambiar el paradigma que aborda a la salud con lógicas meramente capitalistas y a los cuerpos como recipientes de medicación. 

«A Mesa Positiva la integramos en su mayoría amigos, compañeros de otros activismos, que forman parte de la diversidad y la disidencia LGBTIQ rosarina. Funcionamos hace aproximadamente dos años. Nos empezamos a organizar una vez que se hizo más palpable el recorte en cuestiones de salud que se viene dando desde 2015 como efecto de las políticas neoliberales de la gestión de Cambiemos», contó Federico.

Desde la organización entienden que vivir con VIH es una situación política en la que «hay que problematizar algunas ideas que nos afectan a todas y a todos en función de lo que el discurso médico dice o hace con el diagnostico», ya que «te dicen que va a estar todo bien, que vas a llevar una vida normal; que más que tomar una pastilla y una serie de controles», no va a pasar nada, «pero en lo cotidiano no es así. A veces las pastillas no funcionan o tienen efectos adversos que son muy molestos y no son propios de una buena calidad de vida».

Además, «a veces te podés quedar sin medicamentos, dependiendo de las políticas vigentes y los reajustes que haya, como está sucediendo en otras provincias. Entonces, no da todo lo mismo. Es una situación política».

La desaparición del Ministerio de Salud de la Nación impactó directamente en las políticas que se deben llevar adelante en relación al HIV. Sobre esto, Camila aseguró que se produjo un reajuste en el presupuesto de la Dirección Nacional de Sida, que actualmente sigue existiendo a pesar de la devaluación ministerial.

«El 99% del presupuesto de esa Dirección está destinada a compra de medicamento y el 1% a políticas públicas de prevención. Medicalizar los cuerpos de las personas que viven con VIH no puede ser la única solución», explicó Camila.

Desde Mesa Positiva apuntan que cada vez son más los casos de faltantes e irregularidades de entrega de medicación, exponiendo a los integrantes del espacio a condiciones de precariedad que ponen en peligro sus tratamientos. Ante esta coyuntura, la organización colectiva para dar respuesta se vuelve una urgencia y la militancia, una necesidad.