Conectar a responsables de comedores sociales con donantes de comida -como supermercados, restaurantes o empresas- para concretar la entrega de alimentos que de otra forma terminarían en la basura, es el objetivo de «Nilus», una plataforma desarrollada en el país que trabaja en la puesta a punto del sistema en la ciudad de Rosario, con el objetivo de contribuir a la erradicación del hambre en el país.

A través de una aplicación y sobre la base de una plataforma de colaboración distribuida (crowdsourcing), que ya se está probando en esa ciudad santafesina, una empresa o un particular pueden informar sobre la existencia de alimentos para ser donados y que podrían ser requeridos por comedores comunitarios del lugar.

El modelo, que según los responsables del proyecto implica un beneficio para todos los actores involucrados, se completa con choferes que, previo registro en la plataforma, son los encargados de transportar las donaciones.

«Una vez que se concreta el pedido, la app le avisa a los choferes que tienen un viaje para hacer que pueden aceptar o no. Si lo aceptan, van hasta el lugar indicado por el donante, le sacan una foto a la mercadería y la transportan hasta el comedor, donde le saca otra foto, y los responsables tienen que dar conformidad», explicó a Télam uno de los responsables de la iniciativa, Mario Roset.

El retiro de los alimentos no acarrea un costo para el donante, los comedores pagan un precio simbólico de cinco pesos por kilo de comida (un promedio 10 veces menor a lo que pagarían en un supermercado, según el equipo de NIlus), y los choferes cobran por su servicio.

Esto último implica además, según Roset, la posibilidad de contribuir a «generar empleo o, al menos, puede ayudar a que alguien pueda tener un acceso que lo ayude a complementar un sueldo».

«Este proyecto aprovecha lo que ya existe. Se desperdicia comida y había que encontrarle la vuelta, nosotros tenemos el ‘saber como’ sobre la tecnología», añadió Roset.

Aun en etapa de desarrollo, Nilus utiliza tecnología de geoposicionamiento similar a la que usan los coches de Uber o a Google Maps para colectar la información de los puntos de donación y recepción.

“El problema de la pérdida y desperdicio de alimentos es grande en la Argentina. Nuestra plataforma conecta actores que van a desechar alimentos en perfecto estado con aquellos que más lo necesitan. Con tecnología, evitamos que miles de toneladas de alimentos se desperdicien, generando, en el proceso, fuentes de trabajo”, sostuvo por su parte Ady Beitler, otro de los responsables del emprendimiento.

Nilus, que recibe su nombre del río en cuya cuenca nació el primer modelo de agricultura colaborativa de gran escala, es una iniciativa incubada por la ONG Wingu, especializada en ofrecer soluciones tecnológicas a instituciones sociales para que puedan hacer mejor su trabajo.

Esta semana el proyecto resultó uno de los ganadores argentinos del «Desafío Google.org», una iniciativa con la que el gigante de Internet premió a tres iniciativas de base tecnológica con impacto social con 350.000 dólares cada una.

«Para nosotros, el premio de Google es una legitimación de nuestro trabajo», comentó Roset, y explicó que el equipo participará además de la final regional que la empresa californiana realizará en México.

La organización que resulte ganadora en esta instancia se llevará un premio adicional de 250.000 dólares, mientras que las que queden en segundo y tercer puesto, se les otorgará 150.000 y 100.000 dólares, respectivamente.

El equipo de Nilus, que se reúne dos veces por semana y que tiene colaboradores en Buenos Aires, Rosario y Washington, planea trabajar con el sistema y lanzarlo a fines de 2018, con la expectativa de poder dar 120 millones de platos de comida dentro de cinco años.

En ese lapso se rescatarían 28,7 millones de kilos de alimentos, lo que beneficiará a 239.000 personas.