Por Alejandro Maidana

Los agronegocios y sus tentáculos, esterilizan la lucha de aquellos que contemplan de manera impertérrita, como su grito se transforma en un solitario gemido. Interpelar al modelo productivo ha dejado de ser algo marginal para ramificarse de manera sostenida. El sembradío de conciencia necesita cosechar sus frutos rápidamente, ya que la salud no puede esperar y la dignidad jamás se pondrá de rodillas.

En barrio La Loma, en la zona norte de Cañada de Gómez, vive Norma Cabrera. Esta vecina convive con el karma de estar separada solo por una calle del campo lindero, escasos 14 metros la alejan del veneno que llega como un emisario de la muerte., una vecina del lugar viene resistiendo los azotes a la salud por las fumigaciones con agrotóxicos de noviembre de 2015 hasta el día de la fecha.

Si bien fueron oportunamente denunciadas ante los organismos competentes, y las mismas se han alejado unos metros de su hogar, la vida y salud de la familia Cabrera, han sido condicionadas. Destacando que la granja familiar y el ambiente, fueron jaqueadas de manera escabrosa, perdiendo animales y su cosecha, colocando a las víctimas en una flagrante situación de desamparo.

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El derrotero de Norma Cabrera y su familia es tan espinoso como preocupante, su vivienda se encuentra enclavada en Av. La Plata al 1700, viviendo literalmente una auténtica pesadilla toxicológica y sanitaria. Norma supo cursar un trastorno respiratorio producto de lo irrespirable que se torna el aire, sumado a una fuerte alergia por la cual su cuerpo le pasó una factura muy grande. Basta con observar el mensaje que le ha brindado su organismo, para emparentar este caso con el de Diógenes Chapelet.

Resistiré, una huerta donde brotan historias y esperanza

Luego de extensas luchas y profundos padecimientos físicos, Norma pudo dar un paso imprescindible en torno a la concientización en el acceso a alimentos saludables y la importancia de contar con una huerta propia. Una resiliente manera de discutirle al modelo de producción actual, una forma de exigir respuestas y empujar soluciones, un camino docente y militante para transformar una realidad enemiga del ambiente y la salud.

Con las manos en la tierra, en los surcos, atravesada por los olores y colores de aquello que brota sin la necesidad de pesticidas, Norma Cabrera ha emprendido un nuevo camino para sembrar una semilla en la conciencia de los más jóvenes. “Así fue como nuevamente comencé a hacer los plantines, el humus de lombriz, tengo tres lombriceros junto con estiércol de caballo. La última visita de las y los chicos de sexto grado y séptimo de la escuela Rafael Figueroa N° 1.363con sus maestras, Mariana y Fabiana, nos mostró una realidad que debemos cambiar radicalmente, las y los pibes no tienen noción de lo que significa una huerta ni lo que se hace en la misma.

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Todo lo que Norma utiliza para sus plantines, tienen un origen ecológico, para que aquello que ingresa la tierra pueda alimentar el ciclo que necesita la misma. “Lo novedoso por así llamarlo, fue que me quedé sin vasitos de reciclado, entonces comencé a hacer los mismos con diario y los cilindros de cartón del papel higiénico. De esa manera arme los plantines ecológicos, ya que enterrarlos con el diario y el cartón se forma el abono y no contaminamos nada. La finalidad es poder sembrar una semillita en los chicos y poder seguirla hasta su cosecha, para que ellos puedan entender que se podemos tener un alimento sin veneno en nuestras mesas, y que podemos sembrar sin químicos”.

 

Una iniciativa para celebrar, ya que brinda la oportunidad de intercambiar inquietudes y compartir experiencias. “Impulsamos un proyecto de huerta comunitaria al servicio de los que nos puedan acceder a verduras, y para aquellos que puedan comprarlas. Al igual que los plantines, ya que, si bien están a la venta, la idea principal es que ocupen un lugar en el huerto. Tenemos plantines de rúcula, acelga, espinaca, perejil, brócoli, coliflor, repollo, apio y muy pronto de zanahoria. Todo lo que siembra en invierno, ajo, y cebolla, como así también plantas aromáticas. Desde la huerta Resistiré difundimos no solo un mensaje de lucha, también de esperanza”, concluyó Norma Cabrera.