En lo que fue una inédita protesta patronal-sindical en medio de la pandemia de Coronavirus, Alfredo Coto y Ramón Muerza, el principal referente gremial de la cadena de supermercados, encabezaron una concentración para que reabran una sucursal que había sido clausurada.

Con barbijos y delegados movidos de otras sucursales para la ocasión, Coto y Muerza rompieron todos los protocolos de seguridad, aglomeraron a los trabajadores de la sucursal Ramos Mejía y pidieron que levanten la sanción que horas antes habían impuesto sobre esa tienda.

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La clausura había sido detonada por la comprobación de que Coto no respeta los precios máximos estipulados por el Gobierno Nacional y la constatación de precios abusivos.

Más temprano escenas parecidas se habían vivido en la sucursal Sarandí, donde también se comprobaron precios por sobre los máximos y también se habían clausurado.

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La presencia de Coto en ambas sucursales no llamó la atención, dado el fuerte protagonismo que suele ostentar Alfredo en cada uno de los establecimiento y sobre la cadena en general.

Lo que sí sorprendió fue la velocidad con la que Muerza, y sus delegados, llegaron para apoyar la rebelión patronal contra las clausuras.

Hace varias jornadas que en las sucursales de Coto los trabajadores se organizan para pedir que se cumplan los protocolos de seguridad previstos por el Covid.19. La firma trata de retacear la entrega de los elementos de limpieza y de protección y en ningún momento se lo vio al dirigente liderar esos reclamos.

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De hecho por elevar esos pedidos se lo escuchó el fin de semana a Gaston Masini, representante de Recursos Humanos de Coto, decirle a los empleados: «Pará con estos discursos. Es un esfuerzo de la compañía y de los empleados, sino te vas a tener que ir a vivir a Cuba».