Por Alejandro Maidana

Compartir, hermanarse, insistir desde la resiliencia y la dignidad, transformar en constante un reclamo anclado en los derechos humanos y ambientales, vapuleados por un modelo productivo enemigo de la vida en todas sus ramificaciones. Las evidencias aportadas por la ciencia digna y el cuero de quienes se encuentran en la primera línea de fuego de las fumigaciones, son concretas a la hora de sostener, con fuerzas, una lucha transformadora.

El avance sostenido de la frontera agrícola viene apabullando existencias en cada punto cardinal de un país que se desangra desde los montes arrasados, para dejar en carne viva a una huérfana ruralidad cooptada por los negocios inescrupulosos de unos pocos codiciosos. Las migraciones internas, producto de los continuos desplazamientos de poblaciones indígenas y campesinos, nos muestran un panorama desolador que desde el poder político prefieren omitir.

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No va más, la rancia excusa utilizada como ariete para profundizar el actual modelo productivo -que sustentaba su argumento en la necesidad de “alimentar” al pueblo- se funde en una pobreza creciente, que no deja de avanzar al igual que las enfermedades. Producir commodities, exportar y pagar la fraudulenta deuda externa, acciones que consolidaron un círculo vicioso que lleva décadas multiplicando el dolor y el hambre. Quienes producen bienes de mercado, imponen sus propias reglas de juego de manera maniquea y es allí donde, quienes integramos esa enorme mayoría ninguneada, tenemos que salir masivamente a decir «basta».

La realidad de Entre Ríos, como la de otras provincias rehenes de la desidia del agronegocio, es abrasadora. Una pintura escabrosa de lo que debe soportar un inclaudicable pueblo fumigado, que contempla como los privilegios de unos pocos arrasan con los derechos de las mayorías. ¿Cuánto puede resistir un cuerpo? ¿Le han puesto un precio a la vida de los niños? Lo único cierto es que, en el juego de la vida, siempre ganan los mismos ¿Hasta cuándo?

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En ese marco, y contextualizado en un día que abrazó la ronda número 200 impulsada por el Foro Ecologista de Paraná y la Coordinadora por una vida sin «agrotóxicos» Basta es Basta, la capital entrerriana fue escenario de un encuentro inolvidable. A la tradicional ronda de los martes, se le sumó previamente una muestra fotográfica que explicita los profundos impactos a la salud que genera el modelo de producción a base de venenos. Por ello, es imprescindible el trabajo del fotógrafo Pablo Piovano, “El costo humano de los agrotóxicos”, el cual engalanó una emotiva jornada.

Ramón Velázquez (Foro Ambiental de Gualeguay)

“Entre Ríos es una de las provincias más fumigada del país, por eso hoy nos hemos concentrado en la peatonal de Paraná acompañando esta muestra de fotos que son muy impactantes. En esta provincia se debería haber declarado la emergencia ambiental hace mu cho tiempo, pero tanto los medios de comunicación como el sector político vienen dándole la espalda a las distintas asambleas que vienen visibilizando esta realidad”.

Estela Lemes (Docente rural)

“Era imposible no venir, a nosotros nos queda muy lejos y resulta muy complicado asistir todos los martes, pero en la ronda número 200 teníamos que estar. Es impactante verse en las fotos, pero está bueno visibilizarlo para que no se olvide. Paraná es el lugar donde reside nuestro gobernador y que siempre hace oídos sordos a nuestros reclamos, no podemos permitir que sigan envenenando mientras nuestros gurises continúan muriendo”.

Daniel Verzeñassi (Foro Ecologista de Paraná)

“Esta es una expresión de la decisión de ser permanentes. Esto nació hace 200 martes atrás con la idea de no tener que movilizarnos ante un nuevo deceso, ante una nueva tragedia provocada por los venenos. Nuestros gobiernos no entienden que lo que está discutiendo es la biohabitabilidad territorial, es decir, estos territorios pueden llegar a ser los territorios de los nuevos refugiados ambientales, saliendo a buscar agua. El resto pareciera que fuese un discurso de izquierda, este es un discurso de la nación, del territorio, del continente, buscan etiquetarlo para descalificarlo, esos mismos que no están dispuestos a dar este debate políticamente. Se está jugando la condición de vida de este territorio”.

Daniela Verzeñassi (Foro Ecologista de Paraná)

“Hoy no celebramos nada, insistimos con eso, hoy lo que hacemos es ratificar lo que iniciamos hace doscientas semanas atrás cuando dijimos vamos a seguir rondando hasta que cambie el modelo productivo y acá seguimos. Falta mover las fibras para entender que no basta con ser conscientes, hay que salir a reclamar, ya que los tres poderes del estado miran para el otro lado, para el lado del agronegocio intensificando este modelo. Creemos en el diálogo, pero desde que hemos iniciado las rondas venimos solicitándole al gobernador una reunión para poder charlar cara a cara con él y no a través de sus voceros, ya que contamos con muchísima evidencia que queremos compartirle”.

Mauricio Cornaglia (Paren de Fumigarnos Santa Fe)

“Acompañamos a las y los compañeros de esta provincia, que vienen dando una lucha como en cada rincón del país de esta pampa húmeda fumigada, envenenada y entregada a las corporaciones. En lo particular, no creo que los sectores políticos miren para otro lado, si creo que están asociados al agronegocio, salvo raras excepciones. Los extractivismos, en la República Argentina, son política de estado hace más de 30 años: megaminería, fracking, litio, hidrocarburos y fundamentalmente agronegocios, siempre han representado la principal fuente de ingresos de divisas al país. Desde la democracia hasta estos días, los distintos gobiernos han optado por profundizar el extractivismo a cambio de asistencialismo”.