Por Nelson Lutsch

El 12 de octubre se celebra el Día de la Raza, en conmemoración al Descubrimiento de América por Cristóbal  Colón en 1492. Inicialmente celebrado de forma espontánea y no oficial se conmemoraba la fiesta de la «Hispanidad»,  de una nueva identidad cultural, producto del encuentro y fusión entre los pueblos indígenas de América y los colonizadores españoles.

Fue creada por el ex ministro español Faustino Rodríguez-San Pedro en 1913, pensando en una festividad que uniese a España con Iberoamérica, y efectuando una activa propaganda para que se conmemore en esa fecha no solo al navegante genovés, si no que sirva para exteriorizar los lazos entre la Nación descubridora y civilizadora, con los prósperos Estados que se conformaron en suelo americano.

La celebración se lleva a cabo en buena parte del continente americano, pero no todos tienen la misma percepción del significado del acontecimiento. El festejo toma connotaciones distintas, dependiendo de la composición étnica del país en se realice.

Hasta hace unas décadas atrás, el sentido del Día de la Raza era aceptado como unánime, en el que los valores y costumbres traídas por los Colonizadores, eran percibidos  como «avances civilizatorios». Desde el «nuevo mundo», se aceptó festejar el triunfo de «las formas de organización y la religión» que venían desde Europa, y se imponían en ocasiones a fuerza de espada.

El descubrimiento que se quiere festejar, no fue tal, en cierta medida terminó siendo un despojo y un saqueo a los pueblos originarios. América no estaba vacía, existían civilizaciones con una cosmovisión distinta a la de los hombres de occidente.

Debería haber sido un encuentro entre dos culturas, en el que ambos grupos se beneficien mutuamente,  pero no ocurrió inmediatamente. Tuvieron que pasar varios siglos para que comencemos a entendernos entre quienes tenemos distinto color de piel.

Somos el resultado vivo de ese encuentro de dos mundos distintos, y también podemos festejar que a pesar de muchos desencuentros a lo largo de la historia, hay muchos aspectos positivos en la multiplicidad cultural de la que formamos parte.