Fuente: Forodelavirgen.org

Los seres humanos vivían cerca de 1000 años antes del Diluvio Universal. Pero durante los mil años después del diluvio, la Biblia registra una disminución progresiva en el tiempo de vida de los patriarcas, desde Noé, que vivió hasta los 950 años hasta Abraham que vivió hasta los 175. Y de hecho, Moisés llegó hasta los 120 años, y eso era inusual en su tiempo.

Hasta hoy en día, en que el promedio máximo de vida del hombre sería según los científicos de 120 años máximo.

Mientras que nuestro promedio de vida actual es todavía de sólo 70-80 años, tal y como era cuando el Salmo 90 fue escrito hace 3.400 años. «Los años de nuestra vida son unos setenta, u ochenta, si hay vigor; más son la mayor parte trabajo y vanidad, pues pasan presto y nosotros nos volamos.»

La abrupta caída en el promedio de vida después del diluvio sugiere que algo cambió allí, o poco después, que causó la reducción de vida.

Desde los orígenes de la creación Dios concede al hombre una serie de dones, entre ellos la duración de la vida. Estos regalos, los va perdiendo por causa del pecado, no es Dios el que se los quita, sino que el hombre los desprecia.

¿Cuáles eran los pecados del hombre antes del Diluvio?

¿Y qué tan fuertes eran los pecados, para que Dios actuara tan drásticamente?

La historia comienza en el relato del Génesis, donde se nos presenta primero la causa del pecado y luego las consecuencias.

Eva se acerca a una serpiente que aparece de improviso en el Paraíso y dialoga con ella.

La serpiente le ofrece un fruto para comer, que Dios les había prohibido, el del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Le muestra que es apetitoso y le dice que Dios no se los permite comer porque les abrirá los ojos y serían como dioses.

Entonces ella come y le da a su esposo. Pero inmediatamente no se transforman en dioses, se dan cuenta que han desobedecido y por lo tanto se esconden de la presencia de Dios. Y cuando el Todopoderoso Dios entiende que se sienten mal por lo cometido, se excusan pero no se arrepienten, no le piden perdón, ni declaran que se van a enmendar.

Por lo que Dios les muestra el camino y ellos saben que no pueden quedarse allí. El pecado había roto todo lo que Dios les había dado, y por eso no podían mantenerse dentro de este lugar de privilegio.

Adán y Eva por su soberbia y gula, habían despreciado a Dios, desobedeciéndolo a causa de una mentira demoníaca. Y es en ese momento en que Adán y Eva pierden los dones preternaturales.

Los dones preternaturales son regalos que Dios confirió a los hombres, algunos muy por encima de la naturaleza humana. Estos dones eran comunes a la naturaleza de los ángeles. Estos son la inmortalidad, la integridad, la impasibilidad, el perfecto dominio sobre los animales y la sabiduría insigne. Perdieron el don de la inmortalidad.

El hombre no iba a morir, sino al terminar su etapa en este mundo pasaría al Cielo, sin sufrir el desgaste de la muerte.

Si el hombre no hubiera pecado, lo que sucedería sería que del Paraíso sería trasladado al Cielo, sin pasar por el terrible trance de la muerte.

Perdieron el don de la integridad. El don de la integridad consiste en la total inmunidad a la concupiscencia desordenada. O sea la capacidad de no tener apetitos desordenados, lo que hace que el hombre pueda pasar todos los obstáculos, para lograr una vida plena y orientada a la gracia.

Perdieron el don de la impasibilidad.

El don de la impasibilidad consiste en la exención de todo dolor o sufrimiento del alma y del cuerpo.

Por la que los primeros padres en el Jardín del Edén no sufrían de ninguna perturbación espiritual o corporal, nada alteraba la perfecta felicidad, gozando de paz y tranquilidad. Y perdieron el don de la sabiduría y la ciencia. O sea la capacidad de ver las cosas como Dios las ve, tener su conocimiento y su capacidad de paciencia.

De modo que al pecar se pierden estos dones, el hombre vuelve mortal, pierde el dominio de sí mismo y le toca sufrir.

Pero el ser humano no aprende, porque desde la salida de los primeros padres del Paraíso, y la pérdida de los dones preternaturales, el hombre fue creciendo aún más en el pecado.

Dando como inicio los pecados capitales, que como su nombre lo indican, son la base de otros pecados y desórdenes.

Por el orgullo y la ira Caín mata a su hermano Abel. Y la consecuencia es que será más difícil cultivar la tierra, y estará errante.

Las causas por las que no vivimos los cerca de 1000 años que vivían Matusalén y otros como él.

En el pasado lejano la edad de los seres humanos era casi de 1000 años, según el texto bíblico.

Los diez patriarcas que precedieron al gran diluvio vivieron un promedio de 912 años.

Lamec murió más joven, a los 777 años de edad, y Matusalén vivió más años, hasta los 969. Esto parece ser generalizado en toda la Tierra y no un mito de los hebreos.

Porque también se encuentran menciones similares de largos años de vida en la literatura secular de varias culturas antiguas como los babilonios, los griegos, los romanos, los indios y los chinos.

Aquí hablaremos sobre cuál fue la causa por la que los seres humanos viven hasta los 80 años en promedio, y la ciencia dice que el límite de la vida humana es de 120 años, y no cerca de los 1000 años como en el pasado lejano.

Todo esto es en realidad un desastre para el hombre, porque mientras en el Jardín del Edén lo tenía todo, ahora tiene que sufrir para poder obtener el alimento diario, sufrir la mujer en el parto y su salud no está asegurada hasta el punto que envejecerá y morirá. Sin embargo, aún los seres humanos vivían un poco menos de mil años en ese tiempo.

Antes del diluvio el Todopoderoso estuvo frenando el pecado, e intentando corregir al hombre para evitar algo peor. Las Sagradas Escrituras nos presentan como la avaricia, y la lujuria han dominado la tierra.

Yahvé, dice el libro del Génesis, que ve que no ha servido de nada cada una de las correcciones que ha mandado, y en vez de mejorar, empeoran. Les ha quitado los dones celestiales, los ha puesto a conseguir su propio alimento, les ha acortado su tiempo de vida, y solo piensan en hacer el mal.

Dios está muy molesto porque ve como los que aún eran buenos se han corrompido por la lujuria y la avaricia, y no queda nadie bueno, más que Noé. Así que Dios manda el diluvio mientras preserva a Noé y su familia. Que es la forma de que su obra no se termine y continúe.

Y decreta Yahvé «No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean 120 años», Genesis 6:3. Es un castigo para que comprenda lo que debe ser importante y lo que no.

De modo que la Sagrada Escritura, hace una división en un antes del diluvio y un después.

Los que viven antes del diluvio viven casi mil años, los que nacen después de esto viven menos. Pero esto no es abrupto. La sentencia de Dios no es inmediata, sino paulatina.

Luego del diluvio, se verá cómo va disminuyendo el tiempo de vida, los humanos ya no viven novecientos años, sino menos. Es para que el hombre perciba que sus años no son eternos, y que debe aprovechar su tiempo en la Tierra, no para el mal, sino para el bien.

Esto también implica que el hombre debe preocuparse en cuidar su salud.

En el Jardín del Edén Dios cuidaba la salud humana, pero ahora el hombre tiene que descubrir cómo hacerlo.

El desconocimiento de cómo tratar o combatir enfermedades, llevaron a que el rango de tiempo de vida disminuyera durante varios siglos, hasta que el hombre fue haciendo avances paulatinos en la medicina y la alimentación.

En la actualidad el tiempo de vida ha mejorado notablemente gracias al esfuerzo del ser humano para mejorar su salud.

Pero la sentencia de Dios de 120 años de vida no ha sido removida, está ahí para recordarnos que no somos eternos, porque la felicidad que buscamos no se da en esta vida, sino en la otra junto a Dios en el cielo.

Entonces contestamos la pregunta central ¿qué es lo causó que los seres humanos ahora vivan mucho menos que antes?

El pecado del hombre se hizo insoportable para Dios, vio que peligraba su creación y la única solución era empezar de nuevo. Para que no destruyera Su creación mandó el diluvio y preservó a la familia de Noé para un nuevo comienzo.