Por Guido Brunet

Puentes del Alma realiza trabajo solidario y brinda capacitación a escuelas en diferentes provincias del país. Los miembros se enfrentan a realidades duras, extremas, carencias materiales profundas y necesidades de las más básicas insatisfechas.

“Somos unos locos que creemos que la única forma de salir adelante es con educación”, así describe a los miembros de Puentes del Alma Erberto González Pinto, coordinador de la ONG. En diálogo con Conclusión, el responsable en Rosario manifiesta que “nuestro objetivo máximo es la educación porque los chicos son nuestro futuro”.

Puentes del Alma lleva donaciones y trabaja en la formación de niños de más de 17 escuelas en Salta, Jujuy, Chaco y Santiago del Estero. Desde hace 23 años la ONG de Venado Tuerto intenta mejorar la calidad de vida tanto material como cultural de comunidades, en su mayoría, pertenecientes a pueblos originarios de Salta, Jujuy, Chaco y Santiago del Estero.

La organización viaja a Salta y Jujuy una vez al año y a Santiago del Estero y Chaco en tres o cuatro oportunidades cada temporada. A principios de octubre los voluntarios llegaron de su viaje anual a Salta, donde permanecieron diez días y llevaron donaciones de alimentos y ropa, entre otros elementos, a escuelas y centros de salud de la zona de Santa Victoria Oeste, en el norte de la provincia.

Además, realizaron trabajos de construcción de infraestructura para los establecimientos. Pero, según dicen, lo más importante es la educación. Ya que la ONG desarrolla talleres de capacitación en primeros auxilios, prevención sexual y artesanías, por ejemplo. O sea, todo aquello que se encuentra por fuera de la curricula, pero que puede aportar a la educación de los niños.

Erberto González Pinto comenta la realidad que viven las comunidades que visita: «Manejan otros valores, otras prioridades, acá nos preocupamos por el celular y allá se preocupan por la comida, por ejemplo». En tanto, Pinto narra que en las localidades a las que ayudan en Chaco, toman agua de los charcos que se forman porque no tienen agua potable. También relata que hay casas que se usan como escuela, ya que algunos establecimientos no tienen techo. 

En Chaco Puentes del Alma visita comunidades wichis de Miraflores, en la zona de El Impenetrable. Y en Santiago del Estero apadrinan a dos escuelas en Sumampa, al sur de la provincia.

Emiliano Patice, actual miembro y ex coordinador entre 2007 y 2012, describe al detalle la situación que se vive en algunas zonas del norte argentino: “Los chicos caminan cuatro horas al día para ir y volver de la escuela. Los habitantes sufren el calor y el frío y los caminos no tienen iluminación».

Los miembros de Puentes del Alma esbozan que algunas escuelas tenían pisos de tierra o no contaban con baño, como así también, el techo era de chapa, por lo que los niños sufrían las altas temperaturas.  «Muchas cosas lo pudimos solucionar”, relatan. Otro detalle que brinda Patice es que los alumnos al principio escribían en paquetes de yerba porque no contaban con papel. 

En aquella zona de Salta o Jujuy, donde predominan los descendientes de Aimará e Incas, la mayoría de las personas se dedica a las artesanías o trabaja en el cultivo de la papa. Por eso, muchas veces los chicos tienen que permanecer por varios meses en la escuela. Además, algunas escuelas son albergues, o sea que los niños permanecen toda la semana, ya que los colegios se encuentran a más de cuatro horas de sus viviendas.

Patice cuenta que durante sus años como coordinador dos niños fallecieron camino a la escuela y que los accidentes son comunes. “En ocasiones mueren por fío o por accidentes durante el trayecto”. Es que el centro de salud más cercano se encuentra en Santa Victoria, por lo que deben caminar varias horas.

“Los chicos tienen que calcular el tiempo que les toma ir y volver de la escuela, porque saben que si los agarra la noche se congelan debido a las bajas temperaturas. Para ellos son cosas cotidianas”, dice el ex coordinador.

Actualmente la ONG cuenta con más de 50 miembros y alrededor de 500 voluntarios en las ciudades de Rosario, Venado Tuerto, Córdoba, Buenos Aires, Río Cuarto, Firmat, San Nicolás, entre otras localidades.

Aunque el comienzo no fue fácil, ya que la comunidad desconfiaba de quienes se acercaban -en el norte les tomó ocho años que el cacique, y por consiguiente, la comunidad, los acepte-, hoy en día el lazo con el lugar es muy fuerte y los miembros destacan que lo realmente trascendente es el afecto que reciben de aquellos lugares. “Lo más importante son los nexos, la unión que se genera con las diferentes personas», afirma Erberto.

En este sentido, Emiliano Petice expresa que “se genera un lazo afectivo muy importante y muchas veces es como una segunda familia para todos los participantes de Puentes del Alma”. Incluso, el ex coordinador relata que han participado junto a la comunidad de la ceremonia de la Pachamama, un hito para su cultura.

“Al llegar te da mucha alegría porque te esperan con regalos. Lo que más te llena es el cariño, los lazos que se van generando”, eso, para Erberto González Pinto, es Puentes del Alma.

Fotos: Facebook Puentes del Alma