Por Marcelo Chibotta

Después de que el Concejo Municipal aprobara por unanimidad un proyecto presentado por su presidenta, Daniela León, a través del cual se ordenan realizar “controles de calidad” a las pastillas de éxtasis y otras drogas cuyo consumo se extendió principalmente entre los jóvenes, Conclusión conversó con el abogado rosarino Hugo March, quien es a la vez Magister Internacional en Drogodependencia y ex director en Prevención de Adicciones del gobierno provincial durante el período comprendido entre los años 2003 y 2007.

En la entrevista, March expuso sus consideraciones sobre la reciente medida y sobre otras al respecto de la problemática que despierta las más variadas preocupaciones en la sociedad de estos tiempos.

Tras la pregunta sobre qué opina al respecto, el especialista aclaró que “en virtud de lo publicado en los medios” la medida le parece “un absurdo tan grande que si no fuera por lo dramático que es, sería para reírse, porque estamos en Rosario, en Argentina y en el año 2016”.

“Ni en Rosario ni en toda la provincia, no es que no haya un programa o un dispositivo, sino que no hay un lugar adonde alguien que tenga problemas de intoxicación por el consumo de drogas pueda ir a desintoxicarse, y ni hablemos de que lo haya para hacerse un tratamiento. No hay un lugar público de esas características en todo el territorio de la provincia”, aseguró el entendido en el tema.

Más adelante, March señaló que “Santa Fe, que se jacta de tener uno de los sistemas de salud pública más eficiente del país, no tiene un lugar y si hay algunos teléfonos, uno se cansa de llamar porque no contesta ninguno. No hay nada, salvo en las salas de emergencias en los hospitales. No hay otra cosa”.

“¿Cómo se puede pensar que en una provincia que no tiene ninguna posibilidad de atender a una persona intoxicada por ingerir drogas ilegales, el Estado va a consentir su utilización siempre y cuando sea droga pura?” – se preguntó el ex funcionario – para luego rubricar que “con esta medida que es completamente reactiva, desde mi punto de vista lo que se busca es rédito político”.

Por otra parte, March abordó el tema desde otra mirada cuando expuso: “Desde lo humano racional es un absurdo y nos tenemos que preguntar adónde vamos. Esto es lo mismo que querer apagar un incendio con nafta”.

“¿Adónde nos situamos cuando hacemos una norma de esta?” – se preguntó – para rápidamente añadir otro cuestionamiento: “¿O es que en Argentina queremos copiar modelos europeos?”.

En referencia a la medida tomada por el Concejo recalcó que “es sencillamente una respuesta espasmódica que busca rédito político. Es espasmódica porque es una respuesta casi instantánea a un problema coyuntural como fue la muerte de 5 chicos, que más allá de su gravedad, no tiene ni punto de comparación con los cientos de chicos que se mueren todos los meses por consumir paco”.

– ¿Ve diferentes formas de abordar el tema según la condición social de los afectados?

– No estoy en la cocina del asunto, pero de afuera tengo la percepción de que acá queremos copiar, así como copiamos las garitas para los colectivos de Barcelona y queremos construir la Barcelona Argentina, lo que hacen otros países como Holanda con este tipo de controles, pero son realidades completamente diferentes. No se trata de que un chico consuma droga pura o impura. Por más pura que sea, la droga es muy dañina y ese es el gran tema. La ciudad de Buenos Aires reaccionó de tal forma que ahora no autoriza ninguna otra fiesta y acá suspendieron la próxima, pero la que le sigue ya está habilitada y quieren ponerle un  control. Lo que hay que hacer no es echarle nafta al incendio, hay que hacer cortafuegos.

– ¿Considera que para mejorar la situación hace falta alguna otra ley?

– Mi idea de fondo es que con los 10 mandamientos podríamos vivir tranquilos. Las leyes están todas. El tema de fondo es que con esta medida, desde mi punto de vista, quien se ve beneficiado es el narcotráfico porque ¿quién controla a los que venden? ¿Quién controla a los que suponiendo que sea droga medianamente pura, la cantidad que consumirán los chicos? ¿Quién va a prevenir las sobredosis?, porque para calcularla se depende del género, del peso, de la hidratación…de tantos factores…Y después, si se descompensa un chico por sobredosis, ¿adónde se lo llevará? A mí lo que me llama la atención es que si se trata de una sustancia que está prohibida, ¿cómo es que el Concejo de la ciudad de Rosario se lance a hacer una ordenanza para regular algo que está prohibido? Yo no lo entiendo.

– Podemos decir que estas medidas atacan las consecuencias y no van a las causas? Y en el caso de ser así, ¿por dónde habría que abordar la causa del problema?

– La única alternativa es la participación comunitaria porque hay problemas que no se solucionan de arriba para abajo con una ley. Los seres humanos lo tenemos que asumir como conducta, como cambio de hábitos, como cambio en la forma más saludable de vivir. Las drogas que más daño causan y que nos tendrían que preocupar son las drogas legales. El 90 % del daño individual y social que ocasionan las drogas en nuestro país está causado por el alcohol, la nicotina y los psicofármacos, en ese orden, y después muy lejos, aparecen las drogas ilegales. Por eso, lo primero que el Estado se tiene que plantear es ver qué hacer con las drogas legales.

– A la luz de los resultados, ¿cuáles son entonces las razones de los fracasos de todos los intentos por solucionar este problema?

– Acá hace años que no se hace nada, pero además el tema del narcotráfico es una cuestión federal. La provincia no puede legislar sobre ello, por lo tanto toda la política de droga tiene que estar atada a una política nacional. Es muy difícil que se pueda hacer localmente una regulación, independientemente de lo que sucede en otros lugares. Lo que sí se pueden hacer localmente, porque es muy eficiente, son los programas de prevención, de promoción de la salud y de cambio de hábitos. Para eso hay que empezar con la familia y con la educación ¿y desde cuándo? Desde el jardín de infantes.

Otros conceptos 

Con una mirada más general, rescatada desde la propia historia y desde la observación de lo que hoy sucede con el uso de estas sustancias, March describió: “El tema es que se está naturalizando desde lo cultural el consumo de sustancias tóxicas. El gran problema a resolver es el enfoque de ello y por eso hay que cambiar la mirada, fundamentalmente desde el Estado”.

“Es como si hubiera una tendencia a deshumanizarnos, porque este tipo de sustancias produce un deterioro en los lóbulos frontales, es allí donde está nuestro pensamiento abstracto, nuestras relaciones personales, la rápida resolución de conflictos, el placer…y es donde afectan severamente este tipo de sustancias”, explicó.

Más adelante indicó: “Tenemos que revalorizar el sentido de nuestra existencia ya que esto nos está haciendo perder lo más humano que tenemos los seres humanos que es el pensamiento abstracto. El ser humano se diferencia de los otros animales porque no actuamos reactivamente ya que entre el estímulo y la respuesta, podemos pensar”.

“Un animal resuelve todas sus necesidades reactivamente porque tiene hambre y come, tiene sed bebe y está en celo y copula. Comer, beber y reproducirse son las tres necesidades básicas y los seres humanos comemos sin tener hambre, bebemos sin tener sed y copulamos sin estar en celo”, mencionó el especialista.

En otro sentido, también aseveró: “Las drogas también son existenciales ya que las que más se consumen son las relacionadas con la comida, la bebida y el sexo. Desde mi punto de vista, los seres humanos tenemos vacíos existenciales que tenemos que completar y de allí las adicciones que para mí tiene una sola representación: el vacío”.

“A ese vacío se lo quiere llenar con algo y por eso se come, se fuma, se junta dinero, se va al casino, se consumen drogas, se toma alcohol y como el sistema sabe eso estimula su consumo y por eso estamos frente a un gran problema”, indicó.

Finalmente, March afirmó que “las causas más importantes de muerte de la humanidad ya no son las enfermedades infecto contagiosas ,  son las que tienen que ver con hábitos de vida y con conductas como la violencia urbana y el consumo de drogas. Están muy entremezcladas y si a todo eso le sumamos todo este avance hacia la aceptación social del consumo, respaldada por el Estado, ahí es donde llegamos al momento en el que el Estado le está tirando nafta al fuego”.