Por Jennifer Hartkopf

Irritabilidad, estrés, fatiga, menor rendimiento escolar y laboral, pérdida de memoria, mayor riesgo de sufrir depresión, cambios de personalidad, sobrepeso, enfermedades cardiovasculares, epilepsia. Todos estos problemas y algunos más están asociados a un déficit en la calidad del sueño, trastornos de distinta variedad que afectan al 40% de los argentinos -según la Asociación Argentina de Medicina del Sueño-.

Lejos de prestarle la importancia que merece y casi siempre subestimando las consecuencias que produce el mal dormir, conciliar el sueño y tener “una buena noche”, es fundamental para la salud del ser humano.

El sueño es una necesidad primordial. Es tan importante para la salud que el hombre pasa casi la tercera parte de su vida en este estado de inconsciencia. El sueño no es un mero descanso, sino que es un estado activo donde el organismo renueva su salud física y mental”, explica a Conclusión Mauricio Moussalli, médico especialista en el tema.

Ahora bien, ¿qué es el trastorno del sueño o desórdenes del sueño? Se trata de un amplio grupo de padecimientos que afectan el desarrollo habitual del ciclo sueño-vigilia. Algunos, como se dijo al principio, pueden ser muy graves e interferir con el funcionamiento físico, mental y emocional del individuo.

¿Cuáles son los trastornos más frecuentes?

  • Apnea del sueño: cuando la persona hace una o más pausas en la respiración o tiene respiraciones superficiales durante el sueño.
  • Enuresis: cuando la persona se orina en la cama durante el sueño; generalmente les pasa a los niños.
  • Insomnio: es sueño insuficiente, intranquilo, de mala calidad, o no restaurador.
  • Síndrome de piernas inquietas: es un trastorno en el cual se desea o necesita mover las piernas para interrumpir sensaciones molestas.
  • Parálisis del sueño: es un trastorno en el cual se despierta en medio de la fase REM cuando tu cerebro está activo pero tu cuerpo no, este trastorno te impide mover tu cuerpo a excepción de tus ojos, pudiendo presentarse alucinaciones causadas por el miedo.
  • Terrores nocturnos: se caracteriza por el despertar abrupto y aterrorizado de la persona.
  • Sonambulismo: las personas caminan o realizan otra actividad estando aún dormidas.
  • Narcolepsia: cuando la persona sufre un gran sueño durante todo el día aunque haya dormido sus horas completas la noche anterior. De repente, uno se duerme sin querer a cualquier hora del día.

“Cuando la persona sufre alguno de estos trastornos, como puede ser también bruxismo (rechinar de dientes) con fatiga o somnolencia diurna, o ronquidos, debe acudir al médico”, señala Moussalli. Y seguidamente agrega: “Acudiendo al médico, el paciente se podrá hacer una polisomnografía, que es el registro de una noche completa de sueño. Estos registros son necesarios para que los especialistas podamos evaluar la calidad del sueño y si existen alteraciones en el mismo. El estudio se puede realizar en una noche de internación o en forma ambulatoria en el domicilio dependiendo de la sospecha clínica”.

Apneas del sueño

Según explicó el especialista a Conclusión, es uno de los trastornos más comunes y quienes lo padecen, hacen pausas en la respiración o respiran muy superficialmente mientras duermen.

“Las pausas pueden durar unos pocos segundos o varios minutos. Al retomar la respiración, la persona ronca fuertemente o hace ruidos guturales, como si se estuviera atragantando. El hecho de no respirar correctamente mientras se duerme produce somnolencia diurna. La mayoría de las veces, quien nota las pausas seguidas de los ronquidos fuertes es la pareja o un familiar del paciente”, detalla el médico.

Entre los principales síntomas Moussalli destacó “pausas en la respiración, ronquidos fuertes mientras duermes, cansancio o somnolencia durante el día, problemas de memoria, dificultades para concentrarse, resequedad en la boca y la garganta al despertar, irritabilidad o depresión, alteraciones del humor o la personalidad, hiperactividad, bajo rendimiento en la escuela o agresividad. Los niños que sufren este trastorno suelen respirar por la boca durante el día, en vez de hacerlo por la nariz”.

Consecuencias del trastorno del sueño

  • Estrés
  • Aumentar la frecuencia cardíaca
  • Causar aumento de la presión sanguínea
  • Aumentar el riesgo de un ataque cardíaco
  • Aumentar el riesgo de sufrir un accidente cerebro-vascular
  • Arritmias
  • Obesidad y diabetes
  • Accidentes en el trabajo o al conducir un vehículo

“Además de estas consecuencias a nivel físicas, la persona sufren también cambios en la personalidad: se vuelven más irritables, sufren mayores trastornos de memoria, y adoptan conductas temerarias. También se genera cansancio, malhumor y somnolencia durante el día”, agregó el médico.

Cuánto necesitamos dormir

  • Niños pequeños (4 a 6 años): 10 a 12 horas
  • Niños (6 a 12 años): 9 a 11 horas
  • Púberes (12 a 14 años): 9 a 10 horas
  • Jóvenes (14 a 20 años): 8 a 9 horas
  • Adultos jóvenes (20 a 40 años): 7 a 8 horas
  • Adultos (40 a 83 años): unas 7 horas

“La cuestión no es solamente tener en cuenta las horas, es decir, dormir más o menos, sino también hacerlo sanamente”, apuntó Moussalli.

En ese sentido, brindó algunas recomendaciones para conseguir un buen sueño. “Hay que seguir horarios regulares para acostarse, mantener la tranquilidad del lugar donde se duerme: evitar usarlo para otras actividades como estudiar, mirar TV, jugar con videos. Durante el día se puede practicar ejercicio suave como nadar, caminar o andar en bicicleta. También es recomendable un “baño caliente” antes de acostarse  ya que predispone la relajación y fundamentalmente, antes de acostarse, hay que esperar un mínimo de dos horas después de haber cenado”.