El presidente de Egipto, Abdel Fatah Al Sisi, se declaró este sábado decidido a continuar la lucha contra el terrorismo y a enderezar la economía, al prestar juramento ante el Parlamento para un segundo mandato de cuatro años.

«Hemos encarado juntos desafíos económicos, sociales y políticos y sus efectos negativos en todos los aspectos de la vida», afirmó, en alusión a las consecuencias de las reformas económicas que afectan al poder adquisitivo de los egipcios.

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En su discurso, pronunciado ante los parlamentarios, el gobierno, responsables de la función pública y autoridades religiosas, se dijo «determinado a continuar el camino».

También aseguró que la educación, la salud y la cultura estarían entre sus principales preocupaciones.

Tras ganar las elecciones en marzo con más del 97% de los votos, sin ningún rival de peso, Al Sisi defendió más «consenso» y la «creación de espacios comunes». «Solo los que optaron por la violencia, el terrorismo y el extremismo quedarán excluidos de los espacios comunes», agregó.

Al Sisi suele ser acusado por los defensores de los derechos humanos de violar las libertades públicas y de reprimir a los opositores.

Su investidura ocurre en plena ola de detenciones de opositores y miembros de la sociedad civil. Entre ellos figuran el bloguero y periodista Wael Abas, los blogueros Sherif Gaber y Shadi Abuzeid o el opositor Hazem Abdelazim.

Antes de iniciar su discurso, el presidente reclamó un minuto de silencio para los egipcios muertos «por su país». «Hemos combatido el terrorismo brutal que buscaba debilitar la unidad de nuestra patria», clamó.

La toma de posesión de Al Sisi, retransmitida en directo por la televisión estatal, fue saludada por una salva de 21 cañonazos.

Antes de la ceremonia, aviones de caza dibujaron la bandera egipcia en el cielo de El Cairo mientras helicópteros militares sobrevolaron el centro de la capital.

Economía y seguridad

Siete años después de la revuelta de enero de 2011 que provocó la caída del régimen de Hosni Mubarak, los mayores desafíos para el segundo mandato de Al Sisi son la estabilidad en seguridad y la recuperación económica.

Desde el 9 de febrero, el ejército está llevando a cabo una amplia campaña militar para «limpiar» el país de «terrorismo». En total, más de 200 yihadistas y 35 militares murieron en el marco de este dispositivo, según cifras del ejército.

Las operaciones se efectúan en su mayoría en la península del Sinaí, en el este, donde el grupo yihadista Estado Islámico (EI) perpetra parte de sus ataques.

En el plano económico, Egipto está atravesando un periodo difícil, desde el levantamiento del 2011 que supuso una época de inestabilidad política.

Desde 2016, el presidente Al Sisi emprendió una serie de reformas que incluían la devaluacion de la divisa local y la reducción de las subvenciones de Estado en vistas a obtener un préstamo de 12.000 millones de dólares por parte de Fondo Monetario Internacional (FMI).

Aunque despuntan algunos signos positivos, como el crecimiento del PIB que tendría que pasar del 4,2% en 2017 al 5,2% en 2018, según el FMI, los efectos para el egipcio de a pie se harán esperar.

En los próximos cuatro años, el mandatario tendría que proseguir su política de grandes proyectos como la construcción, en pleno desierto, de una nueva capital.