El grupo farmacéutico Bayer era castigado este lunes en la bolsa de Fráncfort tras la condena en Estados Unidos al gigante de las semillas Monsanto, que la firma alemana acaba de comprar a un elevado precio.

Ante el riesgo de que se desate una serie de problemas legales, el título del grupo alemán se desplomaba a media jornada en más de 12% en la bolsa de Fráncfort, a 81,79 euros, y perdía más de 11.000 millones de euros de su capitalización.

Un tribunal de San Francisco condenó el viernes a Monsanto a pagar casi 290 millones de dólares de indemnización a Dewayne Johnson, un jardinero estadounidense de 46 años que asegura que los productos de Monsanto, especialmente el Roundup que utilizó durante años, provocaron el cáncer que padece y que la multinacional ocultó su peligrosidad.

El grupo estadounidense anunció inmediatamente su intención de apelar, mientras Bayer, que cerró la compra de Monsanto en junio por 63.000 millones de dólares, defendió el sábado al glifosato como un producto inocuo, estimando que otros tribunales podrían «llegar a conclusiones diferentes».

Pero esta declaración estuvo lejos de calmar a los inversionistas, preocupados por el impacto de las cuentas de Bayer con los miles de procesos que enfrenta Monsanto en Estados Unidos, en distintas fases judiciales.

«Si cada juicio perdido cuesta 250 millones de dólares, no hace falta mucho para que esto se convierta en algo suficientemente caro», dijo a la AFP Michael Leacock, analista de MainFirst.

¿Hasta 10.000 millones? 

Según el analista, la factura «podría fácilmente alcanzar 10.000 millones de dólares» para el nuevo mastodonte de la agroquímica, incluyendo posibles acuerdos amistosos con una gran cantidad de solicitantes.

El banco Berenberg advierte una cifra de menos de la mitad, de unos 5.000 millones de dólares, en base a litigios anteriores que involucran al laboratorio Merck, por su antiinflamatorio Vioxx, e incluso a Bayer, tras el retiro del mercado de su medicamento para el control del colesterol Baycol.

Además del riesgo jurídico directo, el nuevo grupo tiene que afrontar la incertidumbre sobre el futuro comercial de este producto estrella, vendido desde 1976 bajo la marca Roundup.

Foto: GEORGES GOBET / AFP

«Si los consumidores lo consideran peligroso, hay un riesgo para las ventas a largo plazo», estimó Leacock.

El herbicida más utilizado en el mundo, desde que la patente de Monsanto cayó en el dominio público en 2000, al RoundUp también se le acusa de ser dañino para el medioambiente, contribuir a la desaparición de las abejas, y de ser un disruptor endocrino.

Bayer había anunciado en junio que desaparecería el nombre de Monsanto, llamado por sus detractores «Monsatán» o «Mutante», tras la adquisición del gigante estadounidense.

Pero este anuncio de pura forma, porque Bayer comercializará exactamente las mismas semillas y productos fitosanitarios, no compensa en modo alguno las responsabilidades judiciales de Monsanto ni las controversias que lo rodean.

Apuesta en la agricultura 

En este contexto, según Michael Leacock, es «muy probable» que los inversores mantengan una visión «muy sombría» del matrimonio Bayer-Monsanto y le cueste al título del grupo alemán «una reducción sustancial en relación a sus pares».

Bayer, que se esmeró en adquirir Monsanto hasta el punto de elevar tres veces su oferta, se enfoca en la necesidad de producir más en superficies limitadas, por lo tanto en una forma de agricultura cada vez más intensiva.

Pero esta apuesta a largo plazo podrá imponerse a los operadores «una vez que se hayan solucionado los litigios», advirtió el analista de MainFirst.

Por el momento, Bayer no ha querido precisar si ya empezó a prepararse para enfrentar los problemas judiciales de Monsanto.

Por su lado, la firma de Saint-Louis publicó a fines de agosto de 2017 la cifra de 277 millones de dólares en provisiones para sus costos legales, una suma que se quedó corta con el fallo del viernes en California.

Foto de Patrik STOLLARZ / AFP