Por Verónica Dobronich*

En un mundo obsesionado con la velocidad y la eficiencia, la cadena de supermercados holandesa Jumbo Supermarkten rompe esquemas al introducir las «cajas lentas». Contrariando la tendencia de cajas rápidas y digitalizadas, estas cajas ofrecen un espacio para el contacto humano y la conversación, un antídoto contra la soledad.

En este contexto de avance acelerado, la cadena de supermercados apuesta por desacelerar y crear un ambiente propicio para charlas relajadas. No solo es una estrategia comercial, sino una respuesta sensible a la soledad, especialmente entre las personas mayores. La soledad no deseada es un desafío, y esta organización asume su papel social al proporcionar puntos de encuentro en sus tiendas.

La iniciativa, implementada en más de 200 tiendas, va más allá de la eficacia en la compra; busca aliviar la soledad y fomentar la comunicación. Colette Cloosterman-van Eerd, CCO de de la empresa, destaca que las tiendas son puntos de encuentro cruciales, y la empresa quiere desempeñar un papel activo en la reducción de la soledad.

La singularidad de esta organización radica en ser miembro de la Coalición Nacional contra la Soledad en Países Bajos. Esta colaboración entre empresas, organizaciones y el Gobierno busca combatir la soledad no deseada y el aislamiento. Más que una estrategia empresarial, es un compromiso genuino con la salud mental.

Además de las «cajas lentas», la cadena de supermercados presenta otras iniciativas, como los «Chat Counters» y rincones de charla, transformando sus tiendas en espacios comunitarios. La respuesta positiva en redes sociales subraya la importancia de abordar la soledad en la sociedad moderna.

Este tipo de iniciativas demuestran que, en medio de la digitalización y la eficiencia, la humanidad y la empatía pueden florecer en lugares tan cotidianos como un supermercado. Las «cajas lentas» no solo son un servicio, sino un recordatorio de que la conexión humana es esencial, incluso en la rutina diaria de hacer la compra.

La soledad no elegida, definida como la falta de conexiones sociales satisfactorias a pesar de no ser una elección consciente, puede tener un impacto significativo en la salud mental.

Experimentar esta forma de soledad involuntaria está asociado con diversos efectos adversos:

* Estrés y ansiedad: la falta de interacciones sociales puede generar estrés y ansiedad, ya que el apoyo social es crucial para gestionar situaciones difíciles.

* Depresión: la soledad prolongada puede contribuir al desarrollo de la depresión. La ausencia de conexiones afectivas puede afectar el estado de ánimo y la autoestima.

* Aislamiento emocional: la soledad no deseada puede llevar al aislamiento emocional, donde la persona se siente desconectada emocionalmente de los demás, lo que impacta negativamente en su bienestar.

* Problemas de sueño: la soledad puede interferir con los patrones de sueño, causando dificultades para conciliar el sueño o mantener un descanso reparador.

* Riesgo de enfermedades mentales: la soledad crónica puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos mentales, como trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo e incluso demencia en etapas avanzadas de la vida.

* Reducción de la resiliencia: Las personas socialmente conectadas tienden a ser más resilientes ante el estrés. La soledad puede disminuir la capacidad de adaptación y afrontamiento ante desafíos.

* Impacto en la salud física: la soledad no elegida también se ha asociado con problemas de salud física, como hipertensión, enfermedades cardiovasculares y una mayor susceptibilidad a enfermedades infecciosas.

Abordar la soledad no deseada es crucial para la salud mental. Iniciativas como las «cajas lentas», que promueven la interacción social en entornos cotidianos, son ejemplos de cómo las comunidades y las empresas pueden contribuir a contrarrestar los efectos negativos de la soledad en la salud mental de las personas.

*Verónica Dobronich es Mgt. en Educación Emocional y experta en capacitaciones en habilidades blandas, que son las relacionadas con la inteligencia emocional, el pensamiento crítico, el liderazgo, la resiliencia o la gestión del cambio.