Una particular protesta tuvo lugar en Limoges, una ciudad de 140 mil habitantes en el centro de Francia. Es que los “chalecos amarillos” arrojaron estiércol en las escaleras de la entrada de la oficina de impuestos.

Así, un importante grupo de gente se dio cita en el lugar para llevar adelante la protesta y celebrar el hecho. Si bien el motivo inmediato es el aumento del precio del gasoil, que era el combustible más barato, se trata de una manifestación de un descontento económico general.

Los reclamos de los “chalecos amarillos” se desarrollan desde hace varios días en el país europeo. El día sábado unas 8.000 personas participaron en la manifestación no autorizada en los Campos Elíseos, la avenida próxima al Palacio del Elíseo, sede y residencia del presidente Macron. En el resto del país se movilizaron unas 106.000. La semana pasada fueron 280.000.

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Las protestas provocaron la detención de decenas de manifestantes, barricadas incendiadas, gases lacrimógenos y al menos 24 heridos. Los manifestantes cortaron la avenida, arrojaron proyectiles, montaron barricadas y quemaron mobiliario urbano, mientras la policía antidisturbios intentaba hacerlos retroceder con gases lacrimógenos y camiones equipados con cañones de agua.

El ministro del Interior, Christophe Castaner, dijo que grupos de ultraderecha se habían infiltrado. Y acusó a Marine Le Pen de movilizar a quienes llamó “los sediciosos” al sugerirles que fuesen a los Campos Elíseos en vez de a la zona designada, el Campo de Marte, más lejos de la sede presidencial. Le Pen le acusó de “manipulación politiquera”.

Macron también se expresó al respecto, dijo que debe “aportarse una respuesta económica, social, cultural y de sentido” a “nuestras clases medias y trabajadoras”, durante una cumbre europea en Bruselas.