La policía de Chile intentó impedir y reprimió una marcha de protesta de alumnos secundarios que no fue autorizada por el gobierno metropolitano, al cumplirse hoy 10 años de la primera gran movilización estudiantil que desembocó en recientes reformas al sistema educativo.

La tensión comenzó temprano esta mañana, ya que piquetes de fuerzas especiales se instalaron en las afueras de los colegios que estaban tomados, lo que fue considerado como una «provocación» por los estudiantes.

Pese a la presencia de los uniformados, los dirigentes estudiantiles ratificaron que no darían «un paso atrás» en la decisión de marchar y responsabilizaron al gobierno y al ministro del Interior, Jorge Burgos, por lo que pudiera ocurrir en el centro de Santiago.

A media mañana los jóvenes intentaron llegar hasta la plaza Italia –sede habitual de sus protestas y donde habían convocado la manifestación de hoy–, pero ésta se encontraba resguardada por efectivos de Carabineros, por lo que comenzaron a reunirse en otra zona.

Antes de que la marcha arrancara, los carabineros activaron el camión hidrante con el fin de dispersar a los manifestantes.

Se generó entonces un enfrentamiento entre estudiantes y uniformados que se prolongó por más de tres horas y se extendió a otras zonas del centro de Santiago, según reportó el diario El Mercurio.

Durante los choques, los manifestantes lanzaron piedras y bombas de ruido a los policías, encendieron barricadas e hicieron caer a un motociclista de Carabineros.

Los uniformados intentaron dispersar a los manifestantes con abundante agua, a la que agregó gases lacrimógenos una vez que detectó que un grupo de encapuchados había levantado una barricada.

Fuentes de la dirigencia estudiantil afirmaron que Carabineros los «reprimió» constantemente y, además de lo descripto por las crónicas de los medios, realizó controles preventivos de identidad y utilizó ametralladoras para amedrentar a los manifestantes.

«Vamos a marchas de todas maneras; creen que vamos a ir hacer desmanes, que no va a haber una gran cantidad de gente; bueno, veamos qué dice la ciudadanía», señaló Marcelo Correa, vocero de la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones) al canal CNN Chile.

El dirigente anunció que las «movilizaciones exprés o distintas van a seguir ocurriendo» y añadió: «Hay que tener creatividad, hay que crear nuevas formas de movilización. Se vienen más y con mucha más fuerza. Si no nos escuchan vamos a darle con todo porque los estudiantes secundarios volvemos con más fuerza.»

El martes pasado, un grupo de estudiantes que fingieron ser turistas ingresó al palacio presidencial de La Moneda y una vez dentro desplegó una pancarta con un mensaje de aviso a las autoridades sobre la radicalización de sus protestas.

La Cones ratificó en un comunicado que reclama «una reforma educacional profunda y el cumplimiento del petitorio» que hizo llegar a la ministra del área, Adriana Delpiano.

«Esta no es una movilización contra la reforma educacional.; muy por el contrario, nos mueve el interés por profundizar los cambios, dejando atrás un modelo que ha llevado a la educación pública a una crisis sin precedentes en nuestro país», explica la nota.

La Cones exige que la reforma educativa «no sea a medias tintas, que exista un efectivo y total traspaso de las escuelas y liceos públicos (de los municipios) al Estado (nacional), que se generen altos niveles de democracia interna en las comunidades escolares, que se avance de manera decidida en el fortalecimiento en la calidad de la educación pública en todos sus sentidos».

«No podemos seguir esperando; a 10 años de la Revolución Pingüina, aquí estamos otra vez», agrega el documento.

Aquel 26 de mayo de 2006, unos 100.000 estudiantes secundarios salieron a las calles y cuatro días después 600.000 se sumaron al primer paro nacional para cambiar el sistema educativo chileno edificado por la dictadura, que hizo de los secundarios y universidades públicas y privadas un negocio costeado por el estudiantado en al menos un 75 por ciento, a la vez que trasladó a los municipios la educación primaria gratuita, con diferencias de calidad según fuesen ricas o pobres las comunas, y desembocó este año en la sanción de una reforma que apunta a garantizar mayor acceso a la educación.

Ese estallido, en el comienzo del primer mandato de la socialista Bachelet, se convirtió en la mayor protesta de estudiantes en la historia de Chile, superando a las producidas en 1972 durante el gobierno de Salvador Allende y su proyecto de la Escuela Nacional Unificada y durante la década de 1980 contra las políticas educacionales del régimen militar de Augusto Pinochet (1973-1990).

Ayer, a dos días del aniversario de la primera manifestación estudiantil, los alumnos chilenos volvieron a hacer oír sus reclamos, incluso dentro del Palacio de La Moneda al que ingresaron simulando ser turistas.

Foto: Eliseo Fernandez