«Anuncio oficialmente la apertura del puente Hong Kong-Zhuhai-Macao», así anunció el presidente chino, Xi Jinping, este martes la presentación del puente más largo del mundo sobre el mar. La colosal obra mide 55 kilómetros, ha costado cerca de 20.000 millones de dólares y su construcción durante nueve años ha estado plagada de problemas, retrasos y tensiones políticas.

El proyecto, a prueba de terremotos y tifones, es un complejo alarde de ingeniería. En él se han empleado 400.000 toneladas de acero. Para permitir el paso del intenso tráfico marítimo en la zona y evitar interrupciones por las fuertes y frecuentes tormentas tropicales, parte de la obra se ha sumergido. El tramo central lo compone un túnel de 6,7 kilómetros bajo el mar, conectado con el resto del trayecto a través de dos islas artificiales.

La ejecución de infraestructuras de semejante calado es una muestra de poderío para el Gobierno chino y el puente es una de las joyas de la corona dentro de su ambiciosa iniciativa de conexiones mundiales conocida como Nueva Ruta de la Seda. También es una pieza clave en sus planes de integración económica de las grandes ciudades en la bahía del río de la Perla, donde habitan casi 70 millones de personas y que Pekín aspira a convertir en un centro de innovación tecnológica que rivalice con Silicon Valley. A partir de ahora, el trayecto entre Hong Kong y la ciudad de Zhuhai, en la China continental, pasará de cuatro horas a 45 minutos.

Para los críticos del proyecto se trata de un derroche innecesario, una inversión que será complicada o imposible recuperar, con un impacto desastroso en el ecosistema marino y que los ciudadanos de a pie no quieren. En Hong Kong, los sectores a favor de la democracia ven con sospecha una obra que difumina, a sus ojos, aún más las fronteras entre la China continental y el territorio autónomo y sus libertades cada vez más bajo acoso.

La ceremonia, ciertamente, se desarrolló en clave menor. Pero la mera presencia de Xi en el acto representaba una señal de la importancia que Pekín concede al proyecto. Aunque su intervención fuera tan corta: duró más la larga salva de aplausos con la que le recibieron los 700 invitados que su breve frase, tras la cual abandonó el evento sin dirigirse a los asistentes.

Aunque el acto inaugural tuvo lugar este martes, los vehículos no empezarán a atravesar el puente hasta el miércoles. No se espera que, al menos de momento, genere grandes atascos: los automóviles que quieran utilizarlo necesitan un permiso previo. Y las empresas de autobuses que cubrirán la ruta solo recibieron la notificación de la apertura la semana pasada, cuando esperaban un aviso de al menos dos meses para poner en marcha el servicio.