[MANAUS] El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, asumirá en Brasilia el próximo 1 de enero de 2019. De cumplir con sus palabras, el país abandonará el Acuerdo de París para frenar el calentamiento global. Se trata del séptimo productor de gases de efecto invernadero y responsable de la selva tropical más importante del planeta.

Para el presidente electo, el tratado internacional constituye “un acuerdo dañino para la soberanía de Brasil”. Son efectivamente las Naciones Unidas, quienes promueven estas reuniones multilaterales en el seno del Acuerdo, para así detener el calentamiento global y hacer un uso responsable del ecosistema. El líder ultraderechista ha sostenido que no detendrá sus políticas públicas ante la “interferencia” de NU, las organizaciones ecologistas, ni los pueblos aborígenes que habitan en la selva.

El plan de Bolsonaro para Amazonas, tiene en miras la construcción de hidroeléctricas, liberalizar el sector para la minería y reducir las reservas naturales e indígenas para ser explotadas por empresas dedicadas a la agricultura y la madera.

La desaparición de las comunidades indígenas

Los líderes de los pueblos indígenas son regularmente asesinados por sicarios contratados por empresas que trabajan ilegalmente en la selva. En los mejores casos, ante el avance de las actividades en el lugar, deben huir y replegarse a otros rincones de la mata en búsqueda de refugio y alimentos. En Amazonas, no existe presencia del Estado y los controles a la tala indiscriminada, la caza furtiva o los desmalezamientos para siembra directa están a la orden del día. El Ejército pone todas sus energías en detener las embarcaciones provenientes de Colombia que abastecen el mercado de droga y armas de Brasil por vía de los ríos amazónicos. Es por ello que los operativos para detener los delitos ambientales son muy escasos e insignificantes.

La legitimación política que hace el presidente Bolsonaro respecto al destino utilitario de la Amazonas, conllevará a que la delicada situación social, cultura y ambiental de la región se agrave por completo.

Conclusión accedió a hablar con el jefe de la tribu Tuiuca, líder Boaví, que debieron abandonar el norte del Rio Solimões (frontera con Colombia) a finales de 2017, poniendo en peligro la demografía de sus comunidades (ver mapa).

Los tuiucas, poseen alianzas de sangre con las tribus Tucano, Kobew, Desana y Barasana. Al interior de la tribu de Boaví, los lazos de familia (y consanguinidad), les impide casarse entre sí y tener hijos. Es por eso que las migraciones forzadas entre las tribus rompe el contacto con sus pares y los confina a la extinción. Con ellos podrá perecer una cultura milenaria, la lengua doxká-poárá y una sociedad previa a la conquista portuguesa. El ascenso de los ultraconservadores al gobierno empeorará la delicada situación de las comunidades.

Ante la extrema vulnerabilidad de la región, Bolsonaro ha manifestado que su gobierno erradicará importantes reservar indígenas de la selva y flexibilizará las licencias ambientales (que en términos legales dificulta la intervención en el territorio), lo que a todas luces provocará un daño irreversible.

Según el informe de la Iniciativa Amazonia Viva de la ONG Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), el 17% de la selva ha sido destruida y los proyectos de construcción de represas corren el riesgo de alterar la hidrología del bioma. Al mismo tiempo, durante la presidencia de Michel Temer se han intensificado los permisos de explotación minera, petróleo y gas concedidos en áreas protegidas, contabilizando 800, de los cuales otros 6.800 se encuentran en proceso de examen. Proyectos que deberán pasar por el escritorio de Jair Bolsonaro una vez se vista con la banda presidencial.

*Nabih Yussef y Rafael Pansa son Licenciados en Relaciones Internacionales e investigadores del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org [email protected]

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