Por Sophie Bouillon

Los nigerianos se despertaron este sábado con una mezcla de decepción y cólera después de que la Comisión Electoral Nacional anunciara por sorpresa el aplazamiento de las elecciones presidenciales, a pocas horas de la apertura de los locales de votación.

Los comicios están ahora previstos para el próximo sábado, 23 de febrero, según la Comisión Electoral Nacional (Inec), que alegó problemas logísticos tras una reunión de urgencia en plena noche.

Los dos principales partidos del país, el Congreso de Progresistas (APC, en el poder) y el Partido Popular Democrático (PDP), condenaron este inesperado cambio.

El sábado por la mañana, el presidente saliente Muhamadu Buhari, candidato a la reelección, instó a los nigerianos a abstenerse de «cualquier desorden civil y a mantenerse pacíficos, patrióticos y unidos».

«Estamos conmocionados (…) no se aplazan unas elecciones justo unas horas antes» de comenzarlas, declaró por su parte el candidato de la oposición, Abubakar Atiku, del PDP, quien también pidió a sus seguidores que mantuvieran la calma.

En Port-Harcourt, en el sureste del país, electores que todavía no sabían la noticia se presentaron en los colegios electorales, que tenían que abrir a las 08H00 locales (07H00 GMT).

«Estoy indignado (…) ¿Por qué no anunciaron este retraso antes? ¿Por qué anunciarlo en plena noche?», declaró a la AFP Chidi Nwakuna, un empresario de 51 años convencido de que se trata de una maniobra del gobierno para «amañar las elecciones».

Más de 84 millones de electores estaban llamados a las urnas en estas elecciones de la primera economía de África y primer exportador de petróleo del continente.

«Elecciones libres, justas y creíbles»

La Inec mantuvo una reunión de urgencia el viernes por la noche, dejando en vilo a este país de 190 millones de habitantes.

«Para garantizar la celebración de elecciones libres, justas y creíbles, no es factible seguir con las elecciones tal y como estaban programadas», anunció finalmente Mahmood Yakubu, presidente de la comisión, antes de anunciar el aplazamiento hasta el sábado 23 de febrero.

Yakubu no especificó qué problemas logísticos se presentaron, pero tres centros de su organización fueron quemados a través del país y la oposición denunció que numerosos estados no habían recibido las papeletas electorales.

Los comicios para elegir a 360 diputados y 109 senadores, que también tenían lugar este sábado, se celebrarán también el 23 de febrero, mientras que la elección de los gobernadores y las cámaras estatales pasa para el 9 de marzo.

Antes del anuncio, sin embargo, la oposición denunció la falta de papeletas en numerosos estados y el partido en el poder lo atribuyó a un sabotaje de sus rivales.

Yakubu dijo que la decisión del aplazamiento se tomó tras «una revisión detallada de la implementación de los planes logísticos y operativos».

El aplazamiento «dará a la comisión la oportunidad de abordar los problemas identificados con miras a mantener la calidad de nuestras elecciones», añadió.

Las elecciones de 2015 ya tuvieron que aplazarse, y en aquel caso se citó la amenaza a la seguridad por parte de los yihadistas de Boko Haram.

Aquel aplazamiento de seis días se percibió como una estrategia del presidente Goodluck Jonathan de arañar votos ante el empuje de Buhari, entonces candidato de la oposición.

Comicios reñidos

La oposición podría beneficiarse del mediocre balance económico del jefe de Estado saliente, marcado por una recesión económica (2016-2017) y un fuerte aumento de la inseguridad en numerosas regiones del país.

Pero la mayor amenaza que pesa sobre las elecciones es la compra de votos por los partidos políticos, que buscan así el apoyo masivo de la población.

En tiempo de ralentización de la economía, en un país donde 87 millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza, «ya se sabe lo que la gente es capaz de hacer a cambio de un saco de arroz», comentó un agente de policía de Aba.

Por otra parte, el viernes por la noche, el grupo yihadista Boko Haram perpetró un ataque contra la ciudad de Maiduguri, en el noreste del país, en el que murieron ocho personas, anunció este sábado el responsable de una milicia progubernamental.