En su agitado primer mes de gobierno, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado un sinnúmero de controversias que, por la importancia sobre todo internacional, funcionaron como tapa de otros que pueden considerarse menores pero que no lo son.

Tal el caso de Betsy DeVos, nombrada secretaria de Educación pese al rechazo mayoritario que acumula por su desprecio a la escuela pública, su estrecha relación con una poderosa religión y su militante homofobia.

«Ya no tomo las acusaciones como ofensas, ahora las admito. Están en lo correcto. Esperamos fomentar una filosofía conservadora consistente en un gobierno limitado y en el respeto por las virtudes americanas tradicionales», respondió luego de ser nominada por Trump.

Y adujo sin medias tintas, cuando le recordaron que su familia había donado más de 200 millones de dólares al Partido Republicano, una frase que es toda una declaración de principios: «Esperamos un retorno de nuestra inversión».

Elisabeth Prince, hija de Edgar Prince, fundador de la Corporación Prince, cambió su nombre al casarse con Dick DeVos, director Ejecutivo de la multinacional Amway y heredero del emporio Amway perteneciente a su padre, Richard DeVos.

Las ideas religiosas de DeVos están profundamente influenciadas por el teólogo neocalvinista Abraham Kuyper, de la Iglesia Reformada Cristiana de América del Norte.

Aunque parezca difícil de creer, nunca ejerció en un aula porque no es educadora de profesión. Forma parte de los republicanos que están convencidos de ser «delegados de Dios» para lograr una buena política educativa, por lo que no se cansa de asegurar que avanzar en las reformas educativas no es otra cosa que «avanzar en el Reino de Dios».

Defiende abiertamente que los alumnos se eduquen en su casa en lugar de las escuelas y con programas especiales como el de «vouchers escolares» y «escuelas chárter».

Los «vouchers» o «cupones escolares» forman parte de un programa de incentivo hacia las escuelas privadas, que DeVos puso ya en funcionamiento en Michigan y que consisten, básicamente, en pagos a las familias para que saquen a sus hijos de los establecimientos públicos.

Las «escuelas chárter», en tanto, son otra alternativa a las escuelas públicas «regulares», ya que les permite a los alumnos inscribirse en una de ellas en lugar de la que les fue asignada por su distrito escolar local, pero cuyas características estén determinadas por el mercado.

¿Dónde está el beneficio privado en detrimento del sistema escolar público? En que esas «escuelas chárter» son dirigidas por compañías grandes y pequeñas o grupos comunitarios que pueden cambiar a sus dirigentes, ser fundadas por un grupo y operadas por otro.

DeVos ideó, incluso, un sistema de supervisión que las exime de responsabilidad cuando salen mal en sus evaluaciones.

Esta licenciada en Artes, recibida en el exclusivo Calvin Collage in Grand Rapids, de Michigan, es también una veterana militante y dirigente conservadora, presidente de su partido en Michigan durante dos períodos a la que se le pueden achacar muchas posiciones discutibles -antiabortista, defensora del uso de armas por parte de los civiles, homofóbica, profundamente discriminadora racial- pero en este caso interesa más saber qué imagina como política educativa para los próximos años.

Hasta ahora le sirvió a su partido básicamente por dos motivos: es excelente relacionista pública y recaudadora de fondos. Y precisamente a través de la fundación familiar Dick&Betsy DeVos y de los fondos que esta consiguió, es como fue creciendo su peso en todo lo relativo a la educación.