“Donald Trump acaba de realizar la reforma más importante de las estructuras administrativas de Estados Unidos en los últimos 69 años, poniendo fin al proyecto imperial y comenzando a rehacer su país, convirtiéndolo en un Estado como los demás”.

Esto lo afirma Thierry Meyssan en una de sus habituales columnas en el portal voltairenet.org, en referencia a un memorandum del presidente estadounidense sobre la organización del Consejo de Seguridad Nacional y del Consejo de Seguridad de la Patria (Homeland Security).

La nota, bastante actualizadora sobre el tema en cuestión, expresa que desde 1947 y hasta el 2001, el Consejo de Seguridad Nacional fue el centro del Ejecutivo estadounidense. En su seno, el presidente compartía el poder con el director de la CIA –nombrado por él– y con el jefe del Estado Mayor Conjunto, seleccionado por sus pares de este órgano estrictamente militar. Desde el 11 de septiembre de 2001, ese consejo se hallaba de facto bajo la supervisión del “Gobierno de Continuidad” de Raven Rock Mountain.

Hasta acá llegaron

De ahora en más, a raíz de las decisiones de Donald Trump, el jefe del Estado Mayor Conjunto no estará sistemáticamente representado en las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional. Sólo estará presente si el tema a discutir exige su presencia. Además, la CIA pierde el asiento que ocupaba allí, donde será eventualmente representada por el director de la Inteligencia Nacional.

La CIA, que fue hasta ahora el brazo armado del presidente para la realización de las acciones secretas, finalmente se convierte en una agencia de inteligencia en el verdadero sentido de la palabra, o sea en una agencia encargada de estudiar los actores internacionales, de anticipar las acciones de dichos actores y de aconsejar al presidente.

Asesinatos políticos

Según un informe de su actividad anual, el Consejo de Seguridad Nacional ordenó en 2015 asesinatos políticos en 135 países.

Durante el periodo de transición y traspaso del poder, el presidente Trump anunció solemnemente que Estados Unidos ya no organizará cambios de régimen, como lo hizo o trató de hacerlo desde 1989 recurriendo a las técnicas de Gene Sharp, el fabricante de «revoluciones de colores».

El presidente Trump asignó además un puesto permanente en el Consejo de Seguridad Nacional a su estratega en jefe, en condiciones de igualdad con su jefe de gabinete.