El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo este jueves que es «posible» que la matanza de la víspera en San Bernardino (California) haya sido un acto «vinculado al terrorismo», mientras el país busca entender las razones del nuevo baño de sangre.

«Es posible que estuviera vinculado al terrorismo, pero no lo sabemos. También es posible que tuviera que ver con el lugar de trabajo», dijo el presidente en una breve declaración en el Salón de la Casa Blanca, para precisar que el FBI está a cargo de la investigación.

Al menos 14 personas fallecieron y 21 resultaron heridas el miércoles en un tiroteo en un centro para discapacitados situado en la ciudad de San Bernardino, a 100 km al este de Los Ángeles.

La policía abatió a los responsables por el ataque, un hombre y una mujer, tras varias horas de persecución en un gigantesco operativo que movilizó a centenares de agentes locales, del FBI y unidades de élite SWAT.

Un ciudadano estadounidense, identificado como Syed Farook, de 28 años, y su esposa Tashfeen Malik, de 27 años, resultaron abatidos por policías poco después de los tiroteos.

En medio a la intensa búsqueda de explicaciones para la matanza, uno de los imanes de la mezquita de San Bernardino, Mahmood Nadvi, negó que Farook haya exhibido cualquier señal de haberse radicalizado, como sugieren versiones no confirmadas divulgadas en redes de televisión.

«Nunca vimos signos de radicalización» en Farook, aseguró Nadvi, de 39 años, para añadir que «los actos que vimos no representan lo que dice el Corán. Mataron a hermanos y hermanas».

Entender causas de la matanza 

Este jueves, Obama se interrogó sobre las causas de la masacre y cuestionó el fácil acceso a las armas.

«Sabemos que los dos individuos que fueron abatidos estaban equipados con armas, y parece que tenían acceso a otras armas en su domicilio», explicó el mandatario, a lo que añadió: «Pero no sabemos por qué lo han hecho, no conocemos su motivación».

La Fiscal General estadounidense, Loretta Lynch, dijo este jueves que «violencia como ésta no tiene lugar en este país y en esta nación».

En tanto, el jefe de la Policía local, Jarrod Burguan, informó que 12 artefactos explosivos fueron hallados en la residencia de la pareja, además de una impresionante cantidad de munición: unas 1.600 balas de fusil en un automóvil y otras 5.000 en su vivienda.

También habrían dejado tres artefactos explosivos artesanales en el lugar del ataque, dispositivos que fueron desactivados por peritos.

Los responsables por la matanza efectuaron entre 65 y 75 disparos, dijo el jefe policial.

Investigadores se dedicaban este jueves a analizar todos los escenarios de la matanza y realizaban una requisa en una casa en la vecina localidad de Redlands, en busca de cualquier tipo de información que permita entender las razones que motivaron los ataques.

Burguan dijo que «hasta el momento no hemos encontrado el motivo», pero añadió que «no descartamos la posibilidad de terrorismo».

El director adjunto del FBI en Los Ángeles, David Bowdich, no descartó que se trate de un acto terrorista. «Es una posibilidad, pero todavía no lo sabemos», declaró.

El «sueño americano» 

Las autoridades coinciden en admitir que ni Farook ni su esposa llegaron a figurar en cualquier lista de atención especial de los organismos de seguridad.

Compañeros de trabajo de Farook citados por el diario Los Angeles Times aseguraron que éste viajó recientemente a Arabia Saudita, de donde regresó casado con una mujer que conoció por internet.

El matrimonio tenía una niña de seis meses y, según conocidos, «estaba viviendo el sueño americano».

Burguan relató que la pareja dejó a la niña con los abuelos paternos antes de los ataques.

Farook había estado en una fiesta organizada para trabajadores en el Centro Regional Inland, que atiende a pacientes con discapacidades mentales, aunque aparentemente se retiró después de algún tipo de discusión.

Sin embargo, retornó más tarde acompañado de su esposa, aunque ambos vestían ropa de combate y portaban armamento pesado.

«Basado en como estaban equipados, tuvo que haber habido algún tipo de planificación. No pienso que solamente fueron a casa, se pusieron la ropa y tomaron las armas en un arrebato momentáneo», dijo Burguan.

Un hombre reservado 

Farook «era un hombre reservado, tímido, tranquilo, simple, nunca lo vi faltar el respeto a nadie», contó Gasser Shehata, de 42 años, quien acude a diario a la mezquita.

Sus compañeros de oraciones lo vieron por última vez «hace dos o tres semanas», dijo de su lado Nizaar Alí, un estudiante universitario de 23 años.

La pequeña comunidad musulmana de San Bernardino, donde viven unas 210.000 personas, tiene miedo de las represalias que pueda desatar la masacre cometida por Farook y Malik.

«Hemos pedido a la policía que mañana garantice la seguridad de la mezquita» para el rezo del viernes, el más importante de la semana, explicó Shehata.

La mezquita recibió la misma noche del tiroteo una llamada anónima con amenazas.