En medio de la gritería en torno al comercio entre México y Estados Unidos, se debe de informar la realidad tal y como es. En 2018, México exportó $346,500 millones de dólares en bienes a Estados Unidos e importó $265,000 millones de Estados Unidos, con un superávit en bienes de unos $82,000 millones, según las estadísticas oficiales que proporciona la Oficina del Representante Comercial de EU (USTR, en sus siglas en inglés). De las exportaciones de México hacia Estados Unidos, nada más y nada menos que $280,000 millones, el 81% del total, provienen de las maquiladora ubicadas a lo largo de la frontera de México con Estados Unidos. Como lo ha documentado EIR por décadas, estas maquiladoras, o plantas de ensamblado de diversos productos, importan la materia prima y las partes a ensamblar principalmente de Estados Unidos; emplean la mano de obra barata mexicana (principalmente mujeres jóvenes), la electricidad mexicana más barata, y el agua mexicana más barata para ensamblar los productos que después se exportan a su lugar de origen, es decir, a Estados Unidos.

O sea, se trata de un acuerdo según el cual las “importaciones” que hacen las maquiladoras a sus dueños en Estados Unidos, no pagan aranceles, y las “exportaciones” que hacen esas maquiladoras a sus lugares de origen, tampoco pagan aranceles. Pero esos productos no forman parte de la economía mexicana, excepto por lo antes señalado en términos de trabajo y energía. Si se saca de la ecuación comercial los productos de las maquiladoras, México tiene un evidente déficit comercial con Estados Unidos.

Lyndon LaRouche caracterizó este proceso de saqueo con las maquiladoras diseñado por Wall Street y la City de Londres, y codificado fortalecido con el TLCAN, como un “Auschwitz al sur de la frontera” de Estados Unidos, con lo cual se destruyeron los empleos manufactureros en Estados Unidos y se destruyó la economía industrial de México al mismo tiempo. Las maquiladoras operan como un enclave extranjero en territorio mexicano, que emplea a dos de cada diez mexicanos empleados actualmente.

Bajo este sistema, las principales “exportaciones” de México hacia Estados Unidos, son: automóviles y autopartes ($93,000 millones); aparatos y equipos eléctricos ($64,000 millones); productos agrícolas ($26,000 millones); y solo después de todo esto, petróleo ($16,000 millones).

Pero incluso la contabilidad del flujo comercial desde los dos lados no coincide, debido a los métodos diferentes para calcular este proceso de importación-exportación de las maquiladoras. Por ejemplo, la oficina del USTR da la siguiente explicación con suma delicadez: “Las estadísticas de Estados Unidos cuentan los bienes que llegan al territorio de las aduanas de EU de terceros países y que se exportan a nuestros socios comerciales, sin ninguna transformación sustancial, como exportaciones desde Estados Unidos, Canadá y México; sin embargo, cuentan estos bienes re-exportados como importaciones desde el país de origen… Estos métodos de contabilidad hacen congruente la información de la balanza bilateral de cada país, con su balanza comercial general, pero produce grandes discrepancias en medidas nacionales de la balanza bilateral”.

¿Se les olvidaba como funciona el libre comercio británico y la globalización, en donde desaparecen las naciones soberanas y el comercio lo gobierna el capital financiero?

Fuente: larouchepac.com