Sin oxígeno y con el sistema de salud colapsado, el estado brasileño de Amazonas declaró una cuarentena, en contra de lo que propone el presidente Jair Bolsonaro, porque, según advirtió hoy el intendente de Manaos, la situación puede ser «mucho peor».

El estado de Amazonas impuso la prohibición de la circulación de personas y la venta de productos no esenciales, dos medidas que entrarán en vigencia a partir de mañana por el lapso de siete días y que se sumaron al toque de queda nocturno de los últimos diez días, según informaron las autoridades locales.

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«Necesitamos tomar medidas de restricción de la circulación. Es un momento de guerra y nuestra arma es el distanciamiento», justificó el intendente de Manaos, David Almeida en una entrevista realizada por la agencia de noticias AFP.

Almeida aseguró que de no seguir estas indicaciones, la situación va camino a agravarse.

Durante sus tres primeras semanas como intendente, Almeida contabilizó más de 1.200 muertos por Covid-19 y aseguró que «lo que se avecina para Manaos, si no se toman medidas, es mucho peor de lo que está sucediendo».

«Estamos en guerra», declaró Almeida, de 51 años, quien perdió a su madre a causa del coronavirus el mismo día que ganó el Gobierno municipal.

Con una población de 4,2 millones de habitantes, Amazonas se convirtió en el estado brasileño (de un total de 27) con el mayor número proporcional de muertos por coronavirus (170/100.000 habitantes).

Además, sufre una escasez de instalaciones médicas, unidades de terapia intensiva y hasta tiene problemas de abastecimiento de oxígeno, vital para los enfermos graves de coronavirus.

Una variante más contagiosa del virus, detectada en la región, explicaría en parte el recrudecimiento de la enfermedad, según expertos.

Sin embargo, Almeida atribuyó también la tragedia, ilustrada por la falta de oxígeno en los hospitales y el traslado de pacientes en aviones militares, al aislamiento del estado de Amazonas y explicó que la preservación de la mayor selva tropical del planeta es en estos casos «un castigo» ya que el acceso entre ciudades para abastecer a los hospitales de insumos, es complicado y peligroso.

Asimismo, destacó que el estado está «pagando el precio» de la «rebelión civil, motivada por cuestiones políticas y comerciales» que hicieron que las restricciones de su predecesor, Wilson Lima, se flexibilizaran.

Más de 126.000 personas murieron hasta la fecha de coronavirus en Brasil, un balance solo superado en el mundo por Estados Unidos.