En medio de la descomunal crisis energética que asola a Europa (y el mundo), el Gobierno británico ha decidido congelar las tarifas de gas y electricidad para las empresas, durante los próximos seis meses. La medida, similar a la tomada semanas atrás en relación a los ciudadanos, se enmarca en la exorbitante suba de los precios de la energía a raíz de la guerra, en las puertas de un invierno que se preanuncia crudísimo.

En un comunicado emitido por Liz Truss, la flamante primera ministra afirmó que está consciente de la «la enorme presión que enfrentan las empresas, las organizaciones benéficas y el sector público con sus facturas de energía». «Estamos tomando medidas inmediatas para apoyarlas durante el invierno y proteger los empleos y los medios de subsistencia»

El ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, anunció este miércoles una imposición de límites en los precios que pagarán los negocios por el gas y la electricidad, que puede llegar a rebajar a la mitad el coste energético previsto, y salvar de paso más de una industria que estaba abocada al cierre. El nuevo paquete de medidas contempla precios fijos de gas y electricidad para las empresas por seis meses, vigente a partir del primero de octubre. Hospitales, escuelas, organizaciones benéficas, entre otros, recibirán también una ayuda económica por un total de 150.000 millones de libras.

El pasado 8 de septiembre Truss ya había anunciado en el Parlamento un paquete de ayudas directas a los hogares valorado en unos 115.000 millones de euros. El límite de la factura promedio anual de cada vivienda, según el anuncio, no superará los 2.900 euros. Las últimas estimaciones de la agencia reguladora (Ofgem, en sus siglas en inglés) situaban ese límite en más de 4.000 euros.

Al hacer efectiva esa medida, Truss había anticipado que estudiaban una ayuda para las empresas pero sin dar mayores detalles. Finalmente, este miércoles se han conocido los aspectos concretos del plan. A partir de octubre, ninguna empresa del Reino Unido pagará más de 280 libras esterlinas (321 euros, al cambio de hoy) por megavatio hora (MWh) de electricidad, ni más de 70 libras (80 euros) por MWh de gas. La medida se aplicará a todos los contratos de suministro de energía firmados desde el pasado 1 de abril. En la actualidad, los precios en el mercado mayorista, calculando el promedio de suministro previsto desde octubre a marzo, se sitúan en unas 490 libras por MWh de electricidad, y unas 170 por MWh de gas.

“El Gobierno ha decidido intervenir, para evitar que las empresas se hundan, proteger los empleos y limitar el ascenso de la inflación”, manifestó Kwasi Kwarteng, ministro de Finanzas del Reino Unido.

El límite del precio no va únicamente destinado a las empresas que tienen contratada una tarifa fija. Aquellas que utilizan tarifa variable (aproximadamente un 25% del total) podrán beneficiarse de descuentos por unidad de consumo, hasta un máximo de “405 libras [465 euros] por MWh de electricidad, y 115 [132 euros] por MWh de gas, dependiendo de cómo evolucione el mercado mayorista”, ha señalado el Departamento de Negocios y Energía del Gobierno británico.

“Vamos a revisar este plan una vez transcurridos los primeros seis meses. Queremos asegurarnos de que los negocios más vulnerables, como los pubs, las tiendas, seguirán recibiendo el apoyo que necesitan”, ha dicho Truss en Nueva York, donde participa en la Asamblea General de Naciones Unidas.

Además, apuntó que «se está impulsando el suministro de energía local del Reino Unido para solucionar la causa raíz de los problemas que enfrentamos y garantizar una mayor seguridad energética para todos nosotros».

El volumen total de las ayudas anunciadas por el Gobierno de Truss, tanto a los particulares como a las empresas, supone aumentar en más de 170.000 millones de euros la deuda del Reino Unido. El nivel total destinado a paliar la crisis energética puede superar el 6,5% del PIB del país, más del doble del activado por otros países europeos, según ha señalado el centro de análisis Bruegel, en Bruselas.