El nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, y la Unión Europea (UE) juegan hoy por hoy una partida de riesgo extremo, casi kamikaze, en el marco de la partida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit), a medida que se aproxima el 31 de octubre, fecha límite en la que vence el plazo para negociar un acuerdo de cualquier tipo.

Lo que se pone en cuestión es el control de la inconmensurable burbuja global de derivados financieros, que alcanza alrededor de 1.500 billones de dólares, la cual está actualmente bajo el dominio londinense. Estas rencillas podrían tranquilamente incinerar el sistema financiero hacia el final de 2019 o el inicio del 2020, dada su implícita bancarrota.

El mercado ya presiona a la libre esterlina, como se comprobó esta semana según consignó la agencia Reuters. “En tanto que los inversionistas apuestan a que la política de confrontación suicida del primer ministro Boris Johnson sobre el Brexit con la Unión Europea (UE) podría detonar un divorcio embrollado que podría sembrar el caos por toda la economía mundial y los mercados financieros”, publicó.

Johnson, o BoJo como se le conoce en la prensa, salió con los tapones de punta y dio un ultimátum a la UE. “En su primera reunión con su gabinete, exigió y recibió frente a las cámaras reunidas, al estilo Trump, un juramento de lealtad al Brexit para el 31 de octubre, o muerte, de los miembros de su gobierno despiadadamente seleccionado. Luego dio una exhibición de bravuconería en la caja de despacho en la Cámara de los Comunes”, relató el Dr. Robin Niblett del Real Instituto de Asuntos Internacionales (Riia, por sus siglas en inglés), el 26 viernes 26 de julio.

No obstante, las negociaciones no aparece simples. “Los 27 de la UE se rehúsan a ceder y es muy poco probable que lo hagan ante una persona que muchos de ellos consideran un populista oportunista, precisamente el tipo de dirigente que no quieren alentar en la Europa continental”. Por el contrario, la Unión Europea retrucó con sus propias advertencias y anunció, según el diario Financial Times, “que Bruselas le retirará esta semana el derecho al acceso a sus mercados a cinco países, en una maniobra dispuesta para aumentar los temores británicos de que el sistema del cual dependerá la City de Londres para servir a los clientes de la UE después del Brexit, no ofrecerá un régimen estable y permanente porque puede ser retirado. De acuerdo a un documento que vio el Financial Times, la Comisión Europea considerará que Canadá, Brasil, Singapur, Argentina y Australia, ya no reglamentan las agencias calificadoras de crédito de manera tan rigurosa como la UE, por lo que retiran la condición que hacía posible que los bancos europeos confiasen en esas calificaciones…. Bruselas ha insistido al Reino Unido que tendrá que apoyarse en equivalentes para tener acceso al mercado después del Brexit, cuando el sector financiero pierda el derecho a ofrecer servicios sin interrupciones en el mercado único”.

Por su parte, el Express puntualizó lo que expone cada bando: “El ejecutivo (de la Unión Europea) con sede en Bruselas puede retirar el acceso a sus mercados financieros hasta con 30 de días de aviso. El centro de los servicios financieros de Gran Bretaña teme que podrían sufrir la misma suerte después del Brexit si no se negocia un régimen permanente… Bruselas ha dicho ya que le concedería una equivalencia temporal a la Cámara de Compensación de la Bolsa de Valores de Londres, LCH (por sus siglas en inglés) hasta marzo del próximo año, si no hay un acuerdo para el Brexit en octubre. Esto le ha ayudado al capital retener el grueso de sus servicios de compensación del euro, que es el mercado que los políticos de la UE dicen que más quieren que se transfiera al Continente después del Brexit. La UE es el mayor cliente de la City de Londres, con una exportación de servicios financieros de más de £26 mil millones de libras esterlinas en 2017”.

El verdadero nodo del problema es que el control de la burbuja mundial de los derivados de unos 1.500 billones de dólares está colocado actualmente en la City de Londres, y el Brexit es una sombre que se cierne sobre esos contratos.