Dos meses después de haber recibido con un gran despliegue al «Aquarius», España abrió de nuevo este jueves uno de sus puertos a un buque con migrantes rescatados en el Mediterráneo central pero esta vez de forma más discreta.

El buque «Open Arms», de la oenegé española Proactiva Open Arms, atracó sobre las 09H20 locales (07H20 GMT) en un muelle de San Roque, en la bahía de Algeciras, en el extremo sur de España.

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Poco después comenzaron a desembarcar los 87 migrantes socorridos el 2 de agosto en el Mediterráneo central: 75 hombres adultos y 12 menores, casi todos originarios de Sudán, según la oenegé.

Ofreciendo un puerto a este barco, España se desmarca nuevamente de Italia, que rechaza acoger los navíos de las oenegés que patrullan el Mediterráneo para socorrer a migrantes a la deriva.

Pero en esta ocasión, el nuevo gobierno español del socialista Pedro Sánchez quiso que estos rescatados reciban el mismo trato administrativo que los cientos de migrantes sin papeles que llegan a diario a las costas del sur del país.

En las anteriores acogidas del «Aquarius» y del mismo «Open Arms», se ofreció permisos especiales de estancia temporal a los migrantes que no se darán en esta ocasión, insistió el gobierno español.

«En un espíritu de solidaridad europea» y «teniendo en cuenta la situación de España, que se enfrenta a una llegada importante de migrantes», Francia anunció que acogerá a unos 20 ellos como ya hizo recientemente con otros buques que llegaron a Valencia («Aquarius»), Malta («Lifeline») y Pozzallo en Sicilia.

Recientemente España superó a Italia y Grecia y se convirtió en la primera puerta de acceso a Europa de los migrantes, mayoritariamente africanos, que arriesgan su vida embarcándose en precarias embarcaciones desde el Magreb. Más de 24.000 llegaron al país desde enero, según la Organización Internacional para las Migraciones.

A pocos cientos de metros de donde atracó el «Open Arms», las autoridades españolas abrieron recientemente un centro de acogida de migrantes para alojar a los cientos que llegan semanalmente a las costas andaluzas.

Mucho corazón, bolsillo insuficiente

Este crecimiento del flujo migratorio saturó el sistema de acogida de la provincia de Cádiz: algunos migrantes deben dormir en barcas de los guardacostas o en gimnasios.

«Si están necesitados, está bien acogerlos, pero habría que tomar otras medidas porque esto se desborda, son demasiadas personas a las que atender aquí», comentaba el jueves un vecino del puerto, Juan José García Vega, profesor jubilado de 75 años que fue a ver la llegada del «Open Arms».

El nuevo gobierno reprochó al precedente, dirigido por el conservador Mariano Rajoy, no haberse preparado ante el previsible aumento del flujo migratorio.

Por su parte, la derecha y la ultraderecha acusan al gabinete socialista de haber provocado un «efecto llamada» al recibir con honores los buques de las oenegés.

El alcalde conservador de Algeciras, José Ignacio Landaluce, del Partido Popular (PP), se mostró el jueves «preocupado» con la idea de que su ciudad, de 125.000 habitantes, se convierta en «el único puerto de acogida» de los servicios de salvamento marítimo y las oenegés.

«Todos nosotros tenemos mucho corazón pero en este este tema también hay que tener cabeza porque no tenemos bolsillo suficiente», dijo el alcalde a la radio Onda Cero, insistiendo en que el principal problema en la zona es atender a los desempleados.

El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, negó a finales de julio que España se enfrente a una inmigración «masiva», minimizando el efecto de 24.000 llegadas en un país con más 46 millones de habitantes.

Proactiva Open Arms, fundada en 2015 para auxiliar a los migrantes naufragados al intentar pasar de Turquía a Grecia, denuncia el ambiente hostil hacia las organizaciones humanitarias en el Mediterráneo.

Según ella, los 87 migrantes desembarcados en España proceden del «infierno de Darfur», una región del oeste de Sudán devastada por 15 años de guerra civil, y han sido «abusados repetidamente en Libia».