*Por Natalia Caneva

El debilitamiento progresivo del Acuerdo Nuclear pactado en el año 2015, profundiza con la amenaza iraní de abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT), piedra angular de la seguridad global. Reina el temor y la desconfianza mutua, donde todo salvavidas multilateral parece desvanecerse volviendo a tensiones y castigos unilaterales.

La fragilidad del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC)

Tras varios años de negociaciones, el PAIC se concretó en Julio de 2015. Este acuerdo firmado entre la República Islámica de Irán y E3/EU+3 (China, Rusia, Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido), apuntaba a un desarrollo pacífico del programa nuclear iraní, a cambio de un levantamiento progresivo de las sanciones impuestas por E.E.U.U, la UE y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU).

En ese entonces, todas las partes confiaban en un abordaje multilateral del problema bregando por la prosperidad de este nuevo acuerdo.

El Gobierno estadounidense bajo el liderazgo de Obama, apostó por un canal diplomático para neutralizar a un rival histórico en una región que, según el politólogo norteamericano John Mearsheimer, hace tiempo desplazó a Europa en la lista de prioridades. El desarrollo nuclear de Irán significaba para E.E.U.U. un desbalance de poder regional, en donde un Estado defensor de valores anti-americanos, ganaría
liderazgo político en una región donde prima la lógica de suma-cero. Para mantener el statu-quo, Irán no debía tener el arma nuclear.

Por su parte, Teherán necesitaba remontar la economía que, durante los años anteriores a la firma del acuerdo se vio fuertemente impactada por las sanciones, llevando a una caída del PBI, un aumento del desempleo y un descontento social.

Además, el involucramiento militar contra Daesh en Irak luego de que este grupo lanzara una ofensiva contra el ejército iraquí en 2014, sumado a la guerra civil en Siria, pesaron aún más en la economía resentida. En este contexto de mayor hostilidad externa y debilidad interna, Irán optó por acordar con Occidente, a fin de lograr un levantamiento de las sanciones, incluyendo el embargo de armas convencionales y estabilizar la economía.

Con el ascenso de Trump al poder y su consiguiente renuncia al PAIC en el marco de un cambio de lógica de relacionamiento internacional, el acuerdo se debilitó. Como un juego de ping-pong, ambos lados llevaron adelante acciones que culminaron con la decisión iraní de volver a enriquecer uranio y la amenaza de retirarse del NPT, reabriendo un dilema que parecía encaminado.

La necesidad de Irán de incrementar su seguridad

En el sistema internacional no existe un gobierno mundial, alguien a quien podamos recurrir en caso de emergencia. Por ende, la seguridad de Irán depende de su propia capacidad material para defenderse. En una región donde los principales actores del globo concurren para proclamar sus intereses, las amenazas son claras. Por un lado, la histórica rivalidad material y simbólica con Estados Unidos. El apoyo estadounidense al Golpe de Estado en Irán en 1953, a Saddam Hussein en la guerra Irak-Irán (1980-1988), su nombramiento como Estado patrocinador del terrorismo por Reagan, o como Eje del Mal por G. W. Bush, así como el ultimo atentando con el asesinato del
Comandante Qassem Soleimani, son algunos puntos que refuerzan el enfrentamiento mutuo. Por el otro, la amenaza proveniente de los rivales regionales como Israel, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudita, siendo este último el principal comprador de armamento estadounidense de la región, son factores a considerar a la hora de perfilar una política de defensa.

Dado que los rivales de Irán son los países con mayor gasto militar, un incremento delarmamento convencional no sería suficiente para asegurar su supervivencia. La única forma es con el arma nuclear. De ahí que, cuando E.E.U.U. abandona el PAIC, Teherán amenaza con retomar su programa nuclear. Si no se beneficiará de un levantamiento de sanciones, no dejará que la asimetría de poder juegue en su contra.

¿Cómo perjudica el arma nuclear a Estados Unidos?

La gran inestabilidad política que caracteriza a Medio Oriente es prueba de la importancia geoestratégica de la región. Actores de todos los rincones se envuelven en alianzas y enemistades transfronterizas, y Estados Unidos es uno de ellos. Un Irán nuclearizado, sabotearía los intereses norteamericanos en diversos planos políticos.

En primera instancia, en tanto arma de destrucción masiva, el régimen islámico contaría con el poder suficiente para poner en peligro la integridad territorial de los aliados estadounidenses en la región. Además, generaría una asimetría de poder en detrimento de Arabia Saudita o Israel, haciendo extremadamente costoso un ataque directo por la posibilidad de contra-ataque nuclear. Consecuentemente, traería
aparejado un desequilibrio del balance de poder regional, en donde Irán contaría con un mayor respaldo material para la defensa de sus ideales anti-americanos, fortaleciendo su rol como líder político, ideológico y militar en una región que busca ser dominada por fuerzas pro-occidentales. No podríamos dejar de considerar el rol mayor que obtendrían países como Rusia o China, con quien Teherán suele compartir el proyecto político. Si este país se armase, se convertiría en un puente más estable para la influencia de terceros en perjuicio de E.E.U.U. Desde todas las aristas políticas, para que Washington alcance sus objetivos, Irán debe permanecer subordinado.

Posiciones contrapuestas llevan a que un actor impulse su carrera nuclear mientras el otro trata de detenerlo. A pesar de las intenciones iraníes de mantener el Acuerdo Nuclear, algo es seguro. Si Trump decide optar por una vía alternativa a la distensión, Rouhani no seguirá obedeciendo un acuerdo que ningún beneficio le aporta. Si va a tener sanciones, mejor también tener arsenal nuclear.

*Integrante de Ceiep (Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos)