Los franceses votaban este domingo en la primera vuelta de las elecciones regionales, realizadas con protocolos anticovid-19, que podrían confirmar el avance de la extrema derecha a menos de un año de los comicios presidenciales.

Los colegios electorales abrieron a las 8:00 (3:00 de Argentina) para los 48 millones de inscriptos en el padrón electoral.

Aunque la pandemia de Covid-19 está en retroceso, se puso en marcha un estricto protocolo sanitario y los votantes tendrán que respetar una distancia de seguridad, llevar mascarilla y usar gel hidroalcohólico.

La Reagrupación Nacional (RN), de Marine Le Pen, encabeza los sondeos en seis de las 13 regiones metropolitanas, impulsada por el rechazo de los partidos tradicionales y por el miedo provocado por los atentados yihadistas, según consigna la agencia de noticias AFP.

Sería la primera vez en la historia de Francia que la extrema derecha gobierna una región, lo que le permitiría exhibirse en la gestión de cara a las elecciones presidenciales de 2022, que se anuncian como una carrera reñida entre Le Pen y el presidente Emmanuel Macron, ubicado en el centro del espectro político francés.

La región que más expectativas de cambio de signo político concentra es la del sureste Provenza-Alpes-Costa Azul, donde el RN está liderado por Thierry Mariani, un exministro de Nicolas Sarkozy, que abandonó el partido de derecha Los Republicanos en 2019.

Antoine Bristielle, experto en opinión pública de la Fundación Jean Jaurès, cree que esta elección será un paso más en la normalización de la extrema derecha.

“No es tanto que las ideas de la Reagrupación Nacional sean más populares o más aceptadas por la sociedad francesa, sino que el partido ya no asusta a los electores lo suficiente como para provocar una ola de oposición”, dijo a la AFP.

Su victoria dependerá de la solidez del llamado “frente republicano”, una estrategia ya utilizada en las últimas regionales de 2015 según la cual los partidos tradicionales de izquierda y derecha se unen en la segunda vuelta para impedir el triunfo del candidato ultraderechista.

La votación, que se retrasó tres meses debido a la crisis sanitaria, se celebrará durante dos domingos consecutivos, ya que en caso de que alguno de los candidatos no obtenga más del 50% de los votos en la primera ronda, se realizará un balotaje el 27 de junio.

La abstención, que podría alcanzar un nivel récord en un contexto de pandemia, podría también beneficiar a la extrema derecha.

Hasta este mediodía francés la participación estaba en el 12,22%, cuatro puntos menos que en las elecciones regionales de 2015 (16,27%), según datos del Ministerio del Interior.

“Cuanto más sube la abstención, en términos de número de votos emitidos, los extremos del espectro político son los ganadores”, explica Pierre Lefebure, politólogo de la Universidad de la Sorbona de París.

“Sobre todo para RN, que cuenta con un electorado muy comprometido y enardecido con los afiches electorales en los que aparece la foto de Marine Le Pen a un año de las presidenciales”, añade.

Aunque el partido presidencial, La República en Marcha (LREM), se ha lanzado de lleno en la batalla, con cerca de 15 ministros en las listas, sus probabilidades de ganar en alguna de las regiones son casi nulas, según los sondeos previos.

Con apenas cuatro años de existencia, la formación de Macron no ha logrado implantarse a nivel local, no obstante puede ser decisiva de cara a la segunda vuelta para impedir el ascenso de la ultraderecha.

Hace seis años, la derecha y el centro consiguieron siete regiones y los socialistas cinco. Desde entonces, estas grandes fuerzas de gobierno han perdido fuerza a nivel nacional, pero cuentan con sus raíces locales para limitar los daños.

Los ecologistas por su parte intentarán confirmar su asentamiento, después de su éxito en las municipales de 2020 que los llevó a la cabeza de varias grandes ciudades.