El Consejo de Estado de Francia vetó el uso en las piscinas públicas del burkini, una prenda usada por las mujeres musulmanas que cubre la cabeza y el cuerpo y cuyo uso genera polémica, al argumentar que viola el principio de neutralidad del gobierno hacia la religión. 

La discusión se generó cuando el Consejo municipal de Grenoble, sureste de Francia, decidió aprobar una ordenanza que permitía levantar las prohibiciones de vestimenta, siempre y cuando se tratara de prendas con tejidos específicamente concebidos para el baño. El alcalde Éric Piolle dijo: «Muchas mujeres no van a las piscinas porque no quieren enseñar sus cuerpos».

En 2016, el intento de algunos alcaldes del sur de Francia de prohibir el burkini en las playas del Mediterráneo generó la primera tormenta política en torno a esta prenda, que algunos consideran como un símbolo de la opresión de la mujer.

Luego, el Ministerio del Interior interpuso una querella por considerar que la medida atentaba contra los principios del laicismo. Un tribunal administrativo de Grenoble dio razón al Estado y la ciudad decidió apelar. El caso quedó entonces en manos del Consejo de Estado.

Por lo tanto, la más alta jurisdicción administrativa confirmó la decisión judicial del tribunal local de Grenoble al estimar que el nuevo reglamento de las piscinas constituye una «exención muy selectiva» para satisfacer una «reivindicación religiosa».

Mientras, el ministro de Interior, Gerald Darmanin, celebró en Twitter la decisión y aseguró: «El comunitarismo de Éric Piolle, alcalde de Grenoble, es definitivamente sancionado por el Consejo de Estado que confirma la suspensión de la deliberación ‘Burkini’ del consejo municipal. Una victoria de la ley contra el ‘separatismo’, de la laicidad y más allá, de toda la República».