El gabinete de unidad nacional palestino mantuvo hoy su primera reunión de gabinete en la Ciudad de Gaza desde 2014, un paso vital para la trabajosa reconciliación de las dos principales fuerzas política, el movimiento islamista Hamas que controla la Franja de Gaza y el partido nacionalista Al Fatah que domina el territorio de Cisjordania.

Mientras la reunificación genera esperanzas en millones de palestinos, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, rechazó la instalación del nuevo gobierno y sostuvo que se trata de «una falsa reconciliación a costa» de la existencia de su país.

El político de derecha israelí aseguró que estas fuerzas palestinas no reconocen «el Estado de Israel y, por supuesto, el Estado judío», y, en el caso de Hamas, además posee muy buenas relaciones con Irán, un enemigo declarado de su gobierno, según explicó en una reunión con las autoridades del asentamiento de Maale Adumim, en la Jerusalén Este anexada unilateralmente por Israel.

Pese a la negativa de Israel a reconocer al nuevo gobierno de unidad nacional palestino, la reunión de gabinete de hoy se inició entre expresiones de unidad, y pareció confirmar el proceso de traspaso de los ministerios dominados por Hamas en Gaza a los del nuevo gobierno de unidad nacional en Ramallah.

Este proceso ya comenzó con el traspaso que cumplió Hamas al entregar el control del Ministerio de Cultura y con la fiesta popular con la que Hamas y miles de habitantes recibieron ayer al primer ministro palestino, Rami Hamdallah, en la Franja de Gaza, un enclave costero bloqueado por Israel desde 2007.

La primera reunión del gabinete unificado también se concentró en la extremadamente grave situación humanitaria que se vive en Gaza, con apagones masivos y una grave contaminación del agua potable.

Los esfuerzos concertados para enfrentar esta situación de devastación y pobreza, sin embargo, chocaron con un obstáculo.

El vocero de Hamdallah, Yusef al Mahmud, explicó en una conferencia de prensa posterior que ambas partes aún no han podido ponerse de acuerdo sobre cuál será el futuro de las milicias palestinas, actores fundamentales en la Franja de Gaza dominada por Hamas, un movimiento político que, a diferencia de Al Fatah, reivindica la lucha armada contra la ocupación de Israel.

Al Mahmud adelantó que esta diferencia podría comenzar a resolverse cuando los máximos líderes de las dos principales fuerzas políticas palestinas se reúnan en El Cairo la semana que viene.

Mientras que Hamas defiende que las milicias, como la suya, se mantengan autónoma; Al Fatah reclama que acepten el mano único de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el órgano de gobierno reconocido por la comunidad internacional.

La controversia había quedado planteada ya ayer cuando el presidente de la ANP, Mahmud Abbas, rechazó la posibilidad de que las milicias de Hamas mantengan un status autónomo, similar al que tienen las de Hezbollah en el Líbano.

Hezbollah nació como un movimiento armado de resistencia nacional contra la entonces ocupación de Israel al Líbano, pero con el tiempo se convirtió tanto en una milicia como en una fuerza política, que hoy integra el gobierno de coalición en Beirut. Pese a ser parte del Poder Ejecutivo, este grupo mantiene sus milicias, por fuera del control de las Fuerzas Armadas.

«Todo tiene que estar en manos de la Autoridad Palestina. Somos un Estado, un sistema, una ley y un arma», afirmó Abbas, quien agregó que Hamas tendrá que entregar sus armas como parte de cualquier acuerdo para poner fin a la división y el enfrentamiento armado entre las dos fuerzas palestinas.

«No aceptaré ni copiaré ni reproduciré el ejemplo de Hezbollah en el Líbano», agregó Abbas, citado por la agencia de noticias palestina WAFA.

Hoy el líder de Hamas, Ismail Haniyeh, le respondió.

«Hay dos brazos, el de la Policía y el Gobierno, y el de la resistencia (milicias)… Las armas de la Policía y de la seguridad quedarán bajo el control del Estado y la decisión política, pero … la resistencia … será organizada a través de la estrategia que construiremos con las facciones y poderes palestinos», sentenció el líder islamista, en declaraciones a la televisión egipcia, citado por la agencia de noticias EFE.

Sin embargo, ambos líderes dejaron abierta la puerta a una reconciliación exitosa.

El nacionalista Abbas aseguró que no pretende arrinconar a nadie ni plantear un «tómalo o déjalo» porque, insistió, «la unidad nacional (es) muy deseada por todos»; mientras Haniyeh destacó que su movimiento está dispuesto a «pagar cualquier precio por el éxito de la reconciliación con Al Fatah y alcanzar una autoridad unida y organizada».

Después de la reunión de gabinete, Hamas pidió que Abbas rescinda todas las «medidas punitivas» impuestas a Gaza en los últimos meses, como la retención de salarios públicos y la restricción del suministro de electricidad.

En junio de 2007 y tras semanas de enfrentamientos armados con las fuerzas de seguridad de la ANP, controladas por Al Fatah, Hamas tomó de facto el control de la Franja de Gaza y expulsó a los policías y soldados del gobierno palestino, reconocido por la comunidad internacional.

Desde entonces, ambas partes no fueron capaces de reconciliarse y la Franja de Gaza permaneció bajo un férreo bloqueo militar impuesto por Israel, reforzado en los últimos años por la decisión de las autoridades egipcias de cerrar el paso de Rafah que conecta la Franja con su territorio y que solo abren de manera excepcional.

Completamente encerrados, los casi dos millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza sufrieron tres masivas ofensivas de Israel, que dejaron miles de muertos y la destrucción de casi toda la infraestructura vital del territorio.

Esta devastación y la asfixia provocada por el bloqueo llevaron a las dos grandes fuerzas palestinas a intentar una reunificación varias veces en la última década. Sin embargo, todos fracasaron hasta ahora.