Amplias zonas del norte de Mozambique se encuentran muy afectadas este domingo por graves inundaciones, tras el paso del ciclón Kenneth, ocurrido hace tres días. En algunos puntos, el agua llegaba a la gente hasta la cintura, mientras el gobierno de este país del sur africano, instaba a buscar tierras altas ante el riesgo que planteaban las crecidas para cientos de miles de personas.

“Ayúdennos, lo estamos perdiendo todo!», exclamaban a la gente que pasaba en coche unos vecinos de la principal ciudad de la región, Pemba, mientras el agua inundaba sus casas y la lluvia seguía cayendo. Mujeres y niñas intentaban en vano detener el torrente en sus patios con cubos y cacerolas. El agua se abría paso en las puertas de las viviendas.

Las casas empezaron a derrumbarse y al menos un equipo de rescate operaba en esa ciudad, según personal de la ONU. “Por desgracia esperamos inundaciones devastadoras”, indicó en un tuit la agencia humanitaria de Naciones Unidas.

Niños refugiados en un ómnibus

Algunos vecinos de Pemba intentaban apilar neumáticos y bolsas con arena como barricadas. Varios niños se refugiaron en un ómnibus que parecía haberse quedado bloqueado, en calles donde resultaba difícil circular. Una mujer se quedó de pie ante el autobús, aparentemente aturdida bajo el aguacero.

“Nos seguiremos moviendo hasta que lleguemos a algún lugar seguro”, dijo un hombre mientras varias personas pasaban con sus pertenencias en bolsas de plástico.

No había visto tanta lluvia en mi vida», señaló otro hombre, Michael Fernando, de 35 años.

Al menos cinco personas murieron desde que la tormenta llegó el jueves por la noche con la fuerza de un huracán de categoría 4, anonadando a los vecinos de una zona donde hasta este año no se había registrado un ciclón en la historia moderna. Kenneth llegó apenas seis semanas después de que el ciclón Idai arrasara el centro del país y provocara la muerte de más de 600 personas.

Panorama desolador

Casi 700.000 personas podrían estar en peligro en la zona predominantemente rural, y muchos quedaron expuestos y casi sin alimentos mientras subían las aguas.

Algunos ríos de la región se han desbordado en el pasado, especialmente en el año 2000.

“No queda ni una casa en pie”, dijo Saviano Abreu, portavoz de la agencia humanitaria de Naciones Unidas, tras una evaluación aérea.

Unas 3.500 viviendas en la provincia quedaron parcial o totalmente destruidas por la tormenta, sin electricidad, con algunas carreteras cortadas y al menos un puente importante derruido. Algunas escuelas y centros sanitarios sufrieron daños.

Muchos habían perdido su medio de vida en la tormenta, y la gente se preguntaba cómo seguiría adelante en un país con una de las peores tasas de pobreza del mundo.