La batalla es feroz desde meses en la ciudad de Bakhmut, en el oblast de Donestsk, este de Ucrania: se desarrolla tanto con operaciones terrestres como con bombardeos permanentes. La lucha es fuerte en término de imágenes, de simbología, de anuncios sobre los preparativos de ofensivas y contraofensivas por ambos partes.

Desde hace diez meses, la ciudad de Bakmut, que contaba con alrededor de 70,000 habitantes antes del inicio de la guerra, se ha vuelto teatro de los más sangrientos combates terrestres desde la Segunda Guerra Mundial en el suelo europeo. Es decir, se ha vuelto emblemática y aún más en medio de las conmemoraciones de la victoria del 8 de mayo de 1945.

Es una parte crucial de una lucha de poder e influencia que se está librando, como lo revelan las declaraciones del líder del grupo de mercenarios “Wagner”, el ahora “famoso” Evgueni Prigojine.

Desde hace varios meses, “Wagner” ha ocupado un espacio operacional y en los medios de comunicación en Rusia y en este conflicto. Ganaron en fama estos últimos años, en África Occidental y Central, ya sea en la República Centroafricana y mas recientemente en Malí tanto como en el Burkina Faso, apoyando poderes que aparecieron a raíz de golpes de estados, ofrecieron a Rusia, una presencia militar tanto como política.

Francia tanto como sus aliados africanos y europeos en las operaciones de seguridad en regiones como el Sahel y el Sahara, sufrieron del despliegue del grupo de mercenarios. La violencia usada para ganarse un espacio está usado hoy en día en el teatro ucraniano, incluyendo a los propios órganos rusos.

En los últimos meses, Evgueni Prigojine pareció romper con la jerarquía militar: insultos al ministro de defensa, ataques verbales contra el mando central y, desde el martes 9 de mayo, acusación contra el ejercito de “huir” sus posiciones en Bakmut. El conflicto abierto contra el ejército se basa en la carencia de municiones pero con ataques a carácter político: “Tenemos un ministerio de intriga en el lugar del ministerio de la defensa, y entonces nuestro ejército se va corriendo… Un soldado no tendría que morir por la estupidez de sus jefes”, declaró en un video que se ha vuelto viral.

Ahora bien, Evgueni Prigojine apareció hace años tan cerca de Vladimir Putin que podemos imaginar varios escenarios: está teleguiado por el Kremlin para denunciar autoridades y unidades inactivas que podrían ser débiles o pocos fiables. La segunda opción podría ser más problemática para el poder ruso: la violencia verbal llega a ser una demostración de “una alerta patriota” sobre la realidad operacional y podría ilustrar un disminución de la fuerza del poder central del Kremlin. Por lo menos, revela las divisiones que existen en el ejército ruso, mientras Kiev comunica sobre la posibilidad de una contraofensiva. Desde hace varias semanas, las agresiones verbales de Prigojine aumentaron en potencia, denunciando el ministro de la Defensa Serguei Choïgu, y al Jefe del Estado Mayor, Valeri Guerassimov.

Les acusa de “ser responsables de la muerte o heridas de decenas de miles de soldados” en Ucrania. Pero se cuida de atacar al líder del Kremlin, que sería “engañado” por dichos responsables. ¿Voluntad de crear división en la cadena del poder militar o instrumento de Vladimir Putin?

Mientras tanto, los combates siguen y el reforzamiento de armamento por ambos partes y en lo particular a Ucrania. Cuatro meses después del anuncio de envío de tanques Challenger 2, Gran Bretaña acaba de anunciar el suministro de misiles “Storm Shadow” con una posibilidad de proyección entre 250 y 400 kilómetros, más al del alcance de los lanzacohetes Himars, actualmente desplegados. Tomará tiempo adaptarlos a los equipamientos ucranianos pero son señales de una determinación de Occidente, poniendo bajo tensión a los rusos y su cadena de mando, como lo ilustran las declaraciones de Evgueni Prigojine.