Japón inició este jueves la segunda ronda de liberación de aguas residuales contaminadas con sustancias nucleares de la dañada planta de energía nuclear Fukushima Daiichi al océano Pacífico.

A pesar de las crecientes preocupaciones y de la oposición entre los pescadores locales y de otros países, el vertido comenzó alrededor de las 10:30 hora local, según la Compañía de Energía Eléctrica de Tokio (TEPCO), el operador de la planta.

TEPCO dijo que planea llevar a cabo esta segunda ronda durante 17 días para descargar 7.800 toneladas de aguas residuales radiactivas, aproximadamente la misma cantidad que en la primera ronda, que finalizó el 11 de septiembre.

Los vertidos al océano han enfrentado fuertes reacciones dentro y fuera del país.

Un grupo de 150 personas en Japón, incluidos trabajadores pesqueros de la prefectura de Fukushima, presentaron una demanda contra el Gobierno japonés y TEPCO el mes pasado para detener la polémica descarga al océano.

Los demandantes afirmaron que la liberación de aguas contaminadas al océano viola sus derechos de pesca y amenaza los derechos de los consumidores a vivir en paz. También buscan que se anule la aprobación dada por los reguladores nucleares a las instalaciones existentes para la descarga de aguas residuales radiactivas y que se prohíba el vertido.

El miércoles, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajarova, criticó a Japón por su falta de transparencia y por no proporcionar pleno acceso a la información sobre la liberación de aguas contaminadas.

En la Conferencia General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) celebrada a finales de septiembre, el vicepresidente de la Autoridad de Energía Atómica de China, Liu Jing, dijo que la descarga de aguas residuales radiactivas de Fukushima es un importante problema de seguridad nuclear, ya que se trata de una liberación artificial sin precedentes de agua contaminada por accidente nuclear al mar.

Hay mucha incertidumbre sobre el efecto acumulativo causado por la liberación de grandes cantidades de radionucleidos en el mar, dijo el funcionario nuclear chino, señalando que Japón no ha dado una respuesta científica y creíble a la protesta internacional.

Las dudas y preocupaciones se vieron alimentadas aún más después de que el Ministerio de Medio Ambiente de Japón informara el mes pasado de que trabajadores de la construcción robaron y vendieron ilegalmente restos de hierro potencialmente radiactivos de un sitio de demolición cerca de la dañada planta nuclear.

Los materiales desaparecieron de la biblioteca y el museo folclórico del poblado de Okuma, que estaban siendo demolidos en una zona especial a unos cuatro kilómetros de la planta, y su paradero sigue siendo desconocido hasta el momento, lo que generó fuertes críticas de que la gestión de materiales radiactivos por parte del Gobierno es demasiado imprudente.

«El incidente aumentó la desconfianza de la gente hacia el Gobierno. El país debería haber gestionado estos residuos de metales de manera responsable y haber dicho a las partes interesadas que no los trataran a la ligera, pero no lo hizo», dijo a la agencia de noticias china Xinhua el presidente del Sindicato de Trabajadores Jubilados del Consejo Sindical Nacional, Hideki Taki.

La desconfianza acumulada entre el público japonés se extendería, por supuesto, a la forma en que el Gobierno maneja las aguas residuales contaminadas con sustancias nucleares, que ahora pasa por descargarlas al océano, según Taki.

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