La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de España reconoció hace días que existe una “modificación artificial del clima” a “nivel mundial” y que ésta abarca a más de cincuenta países.

El artículo da cuenta de que en esos países existen formas que permiten cambiar artificialmente el  clima, aunque no detalla en qué lugares del mundo se llevan a cabo este tipo de modificaciones. No obstante, queda visto que en España sí se producen.

“En la actualidad más de 50 países llevan a cabo actividades sobre modificación artificial del tiempo, cuyo estado se recoge en los informes periódicos realizados por el Comité de Expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM)”.

La Aemet señala que estas actividades están encaminadas a incrementar modestamente la precipitación (10-20 %), reducir el tamaño del granizo y los daños ocasionados y dispersar la niebla localmente.

Explica, además, que se forman estelas de condensación y que al respecto hay “información interesante sobre cómo se forman”, a partir de la “opinión de expertos sobre las chemtrails o estelas químicas”.

Sin embargo, la Aemet lanza un mensaje tranquilizador con este artículo afirmando que los materiales utilizados en mínimas cantidades no despliegan consecuencias perjudiciales sobre el organismo humano y que la legislación actual no daría permiso tampoco para usar productos que tengan efectos no deseados para la salud de las personas.

Situación “extremadamente anómala”

Según las previsiones agencia meteorológica ibérica, España atraviesa una situación “extremadamente anómala” a nivel histórico frente a las estimaciones para los próximos días que señalan que el mes de abril tendrá temperaturas que irán desde los 30º hasta los 40º en algunas regiones como la de Gadalquivir.

Según consignó Javier Jiménez de Xataka, se prevé un calor histórico porque “los modelos dibujan un escenario tan caluroso porque la masa que se va a internar en la Península es muy cálida. Sorprendentemente cálida. El mejor indicador para saberlo es la temperatura del aire a unos 1.500 metros. Es el mejor indicador porque, a esa altura, el aire recibe menos influencia de la superficie y nos permite identifica mejor su, por llamarlo de alguna forma, ‘temperatura propia’».

“Y esa temperatura propia es clave porque tiene su reflejo directo en la temperatura que sufrimos (o disfrutamos) en la superficie. De ahí que los modelos estén pronosticando que «a partir del miércoles, será muy probable superar 30 º C en amplias zonas del centro, sur y nordeste de la Península» y que «en el valle del Guadalquivir [la probabilidad de superar 35 º C] será muy alta», completa Jiménez.

Más adelante, el artículo señala que hay que estar atento a los detalles porque “de la misma forma que el calor de la masa de aire influye en temperatura a nivel del suelo, hay muchos otros fenómenos similares. Si llega una masa muy cálida y se encuentra con el famoso ‘horno ibérico’ (cielos despejados, ausencia de viento y una alta incidencia de la luz solar), el calor en superficie se dispara. En cambio, si por obra y gracia de la circulación atmosférica, los cielos están encapotados, las temperaturas no escalarán tanto”.

“Y el caso es que a lo largo de la semana podemos ver ambas cosas: mientras en el valle del Guadalquivir parece que vamos a tener condiciones para que haga un calor desorbitado (y en buena parte de Andalucía Oriental pueden llegarse a ver temperaturas hasta 15 grados por encima de lo normal), hay indicios de que en el noroeste las nubes (y hasta las tormentas) ayuden a contener la situación”, expone la nota.

Enseguida se pregunta: “¿Y si no llegamos a alcanzar temperaturas tan altas? Eso entra dentro de lo posible. Siempre, de hecho. Es verdad que, conforme pasan los días, es menos probable que no se produzca una ‘pseudo-ola de calor’ esta semana, pero no debemos olvidar que hablamos de modelos, ni que nos adentramos en un terreno relativamente nuevo”.