El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, anunció hoy la renuncia a su cargo en el Ejecutivo y a la jefatura del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), tras semanas de tensión con el presidente, Recep Tayyip Erdogan.

«Llegué a la conclusión de que un cambio en los puestos de líder del partido y primer ministro servirían a un mejor propósito», dijo en declaraciones a la cadena Al Jazira y agregó de cara al congreso extraordinario del AKP del próximo 22 de mayo que «esto debe llevarse adelante de manera pacífica manteniendo la integridad del partido».

«Nunca pedí un cargo, nunca pedí ser ministro o primer ministro. Llegué a estos cargos por consenso. Si no hay consenso, no seré candidato», explicó Davutoglu en rueda de prensa en Ankara tras reunirse con el presidente turco, con quien en el último tiempo se profundizaron las diferencias en temas como el conflicto sirio y la gestión interna del partido.

La oposición lleva tiempo acusando a Erdogan de seguir moviendo todos los hilos del AKP, partido que fundó en 2001 pero que tuvo que abandonar en 2014 al acceder al cargo de presidente, sin adscripción partidista según la Constitución.

De hecho, el líder de la oposición, Kemal Kilicdaroglu, del Partido Republicano del Pueblo, rápidamente salió al cruce y describió este paso al costado de Davutoglu como «un golpe de palacio» en línea con el manejo de Erdogan para conducir una presidencia más fuerte.

«La renuncia de Davutoglu no debe ser percibido como un problema interno del partido, todos los que apoyamos la democracia debemos resistir este golpe de palacio», dijo Kilicdaroglu en declaraciones al portal de noticias turco Hurryjet Daily News.

Davutoglu dejó en claro que su reemplazo como líder del partido significará también su dimisión del cargo de primer ministro, puestos tradicionalmente vinculados en la política turca, informó la agencia de noticias EFE.

No obstante, queda en claro que su salida es el corolario de semanas de tensión con Erdogan, quien busca cambiar la Constitución para sustituir el régimen parlamentario por un sistema presidencialista, una movida política que sus oponentes dicen que acrecentará el autoritarismo.

«Quiero decir algo a los ciudadanos que nos votaron el 1 de noviembre (pasado). Nos hemos esforzado por proteger sus derechos. Que mi turno en el cargo no haya llegado a los cuatro años no ha sido elección mía, es el resultado de un imperativo», enfatizó Davutoglu.

También reconoció que su renuncia y la preparación de un congreso extraordinario del partido se debe a que ha perdido la confianza de su formación, aunque, aseguró, no tiene nada que reprocharse.

«Quiero estar seguro de que los camaradas están conmigo. En la última reunión de la cúpula del partido vi que no es el caso. El AKP debe quedar unido, por eso tomé la decisión de no presentarme como candidato en el congreso», reafirmó.

En aquella reunión del pasado viernes, la cúpula decidió retirarle a Davutoglu el poder de nombrar a cargos locales del partido, una obvia señal que evidenció la lucha interna por el poder entre el primer ministro, jefe de la formación desde agosto de 2014, y su antecesor en el cargo y fundador del AKP, Erdogan.

Sin embargo, Davutoglu aseguró que «el destino del AKP es el destino de nuestro país y región. Estaré en contra de quien intente dañarlo. Nadie ha oído nunca de mi boca una mala palabra contra el presidente, ni la oirá nunca», dijo el saliente premier.

«Nuestro presidente me dijo que no quería un primer ministro florero y yo trabajé según esas indicaciones”, sostuvo y reconoció que “ahora empieza un período nuevo”.

Si bien deslizó sentirse molesto por las últimas decisiones tomadas por la cúpula del partido, dijo que no estaba «dolido con nadie» y mucho menos con Erdogan, al que siempre los ha unido una gran “amistad”. “La unidad del partido es lo que más me importa”, remató.

Hasta ahora, Davutoglu no se enfrentó públicamente al presidente, pero se le considera una especie de contrapeso a Erdogan, que lleva meses anunciando su intención de modificar las atribuciones de su cargo mediante una reforma constitucional y asumir amplios poderes ejecutivos.

Según los analistas políticos turcos, en el congreso del 22 de mayo el reemplazo en ambos cargos sería asumido por uno de los hombres leales de Erdogan y se estima que será quien lideraría un eventual nuevo Gobierno.

De acuerdo a Al Jazira, los potenciales sucesores serían el ministro de Transporte, Binali Yildirim y el joven ministro de Energía, Berat Albayrak, de 38 años y casado con la hija mayor de Erdogan, Esra.

Davutoglu, asesor político del AKP desde inicios de la década pasada, fue ministro de Exteriores de 2009 a 2014 y fue escogido por Erdogan para sucederlo en la jefatura de Gobierno cuando éste se presentó como candidato a la Presidencia del país, en verano de 2014. 

Turquía en este momento es un socio clave de la Unión Europea para gestionar la migración, con quien ha firmado un acuerdo de deportaciones por el que asumen los refugiados que vuelven de Grecia a cambio de la exención de visados a sus ciudadanos y 6.000 millones de euros.