La ONG Save the Children confirmó este martes la muerte de dos de sus empleados desaparecidos desde la masacre de unos 35 civiles en el este de Myanmar, el 24 de diciembre, que huían de combates entre soldados y rebeldes prodemocráticos.

«Es con profunda tristeza que confirmamos hoy que dos miembros del personal de Save the Children se encontraban entre las al menos 35 personas, incluyendo mujeres y niños, que murieron el viernes 24 de diciembre en un ataque del ejército de Myanmar en el estado de Kayah», dijo la ONG en un comunicado reproducido por la agencia de noticias AFP.

El país del Sudeste Asiático está sumido en el caos desde que las Fuerzas Armadas dieron un golpe de Estado el 1 de febrero pasado, decretaron el estado de emergencia y detuvieron a numerosos líderes políticos, entre ellos el presidente Win Myint y la gobernante de facto, Aung San Suu Kyi.

El sábado pasado aparecieron en las redes sociales fotos que mostraban dos camiones y un coche calcinados en una ruta del municipio de Hpruso, en el este del estado de Kayah, con restos humanos carbonizados en su interior.

Ayer, la ONG aifrmó que «los militares obligaron a las personas a salir de sus automóviles, arrestaron a algunas, mataron a otras y quemaron sus cuerpos».

Más tarde, la agencia local de noticias Myanmar Now reportó 35 cuerpos calcinados hallados el 25 de diciembre en el estado de Kayah, donde también encontraron ocho automóviles y cinco motocicletas quemadas.

Tras estos hechos, Save the Children, que lleva trabajando desde 1995 en programas de salud, nutrición, educación y protección de la infancia, suspendió sus operaciones en los estados de Kayah y en el occidental de Chin, y en algunas partes de la región de Magway, en el centro-oeste del país.

Combatientes locales contra la junta y un grupo de vigilancia acusaron a las tropas militares de llevar a cabo un ataque en Hpruso tras enfrentamientos con los disidentes de la zona.

Los dos hombres habían estado «trabajando en una respuesta humanitaria en una comunidad cercana cuando se vieron atrapados en el ataque», dijo la organización humanitaria.

«Los militares obligaron a la gente a bajar de sus coches, arrestaron a algunos, mataron a muchos y quemaron los cuerpos», agregó la ONG.

El ejército de Myanmar niega estas acusaciones.

Los altos mandos del Ejército, que habían gobernado Myanmar durante décadas, justificaron el golpe de este año por denuncias de fraude masivo en las elecciones generales de noviembre de 2020, que dieron una clara victoria a la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Suu Kyi.

La toma del poder por parte de los militares se enfrentó a manifestaciones no violentas en todo el país, que las fuerzas de seguridad reprimieron con fuerza letal.

La ONG Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP) estima que entre el 1 de febrero y el 25 de diciembre al menos 1.375 personas murieron a causa de la represión militar.

De las 11.202 personas arrestadas en este período, 8.254 siguen detenidas.

Las protestas pacíficas continúan en medio de la severa represión, pero también creció una resistencia armada, hasta el punto de que los expertos de la ONU advirtieron que el país podría caer en una guerra civil.