En un desafiante discurso ante la Convención Nacional de su Partido Conservador, la primera ministra británica, Liz Truss, aseguró hoy que seguirá adelante con sus planes económicos y prometió «superar la tempestad» que enfrenta el Reino Unido.

«Nos reunimos en un momento crucial para el Reino Unido. Son días tormentosos. Juntos, hemos llorado la muerte de la Reina Isabel II», dijo Truss en el discurso de clausura de la convención conservadora en la ciudad inglesa de Birmingham.

Además, el Reino Unido está lidiando con la crisis económica global causada por la pandemia y por la invasión rusa de Ucrania, agregó la jefa del Gobierno, que asumió el mes pasado tras la renuncia de su predecesor conservador Boris Johnson.

«En estos tiempos difíciles, tenemos que dar un paso adelante. Estoy decidida a poner en marcha a Gran Bretaña, a superar la tempestad y a fortalecernos como nación», afirmó.

Tras ser interrumpida brevemente por manifestantes de Greenpeace, habló de la crisis energética y de las subvenciones a las que pueden acogerse las personas que enfrenten facturas de luz y gas más altas.

Reiteró que había dado marcha atrás en la reducción del impuesto a las ganancias del 45 % porque se había convertido en una dificultad y sostuvo que ella y el ministro de Finanzas, Kwasi Kwarten, estaban «en sintonía» en materia de política monetaria.

Truss acusó a partidos de la oposición, sindicatos y organizaciones ecologistas de haber formado una «coalición contra el crecimiento» del Reino Unido y dijo que no dejará que le pongan palos en la rueda.

La primera ministra dijo también que el Gobierno construirá carreteras, ferrocarriles e infraestructura energética más rápido y «se enorgullecerá de estar a favor del crecimiento, de las aspiraciones y de las empresas».

Durante el discurso, activistas de Greenpeace interrumpieron a Truss para denunciar que la primera ministra está «triturando» las promesas del programa electoral de su partido sobre la protección de la naturaleza.

La premier británica, pidió también que retiraran a la directora de asuntos públicos de Greenpeace Reino Unido, Rebecca Newsom, y su responsable de políticas, Ami McCarthy, sentadas cerca de la parte delantera de la sala de conferencias portando una pancarta en la que se preguntaba: «¿Quién ha votado esto?».

«Vamos a hacer que las retiren», exclamó Truss.

La conferencia del Partido Conservador coincidió con una fuerte agitación en los mercados financieros la semana pasada, que culminó con la intervención del Banco de Inglaterra (BoE) para calmar la turbulencia generada por un polémico plan fiscal que presentó el ministro de Finanzas Kwasi Kwarteng.

El plan, presentado el 23 de septiembre, suscitó muchas críticas de los organismos financieros, la opinión pública y su propio Partido Conservador, por prever la financiación de recortes fiscales generando más deuda pública y sin informar cómo se pagaría.

En un giro inesperado, el Gobierno anunció el lunes pasado que abandonaba uno de los puntos más polémicos como la supresión del impuesto a las ganancias del 45% para los ingresos de más 150.000 libras anuales.

Truss también está bajo la presión de los parlamentarios conservadores para garantizar que las ayudas sociales aumenten en línea con la inflación, como lo había prometido el ex premier Johnson.

Por el momento, según la cadena BBC, Truss se negó a decir que mantendría el compromiso ya que enfrenta preguntas sobre cómo pagar los planes de reducción de impuestos de su Gobierno.

Después de que Truss defendiera una política para reducir la tasa impositiva máxima del 45% y 24 horas después la revocara, provocó las advertencias de sus legisladores de que corría el riesgo de perder cualquier elección futura.

Según las encuestas la principal fuerza de oposición, el Partido Laborista, tiene hasta 33 puntos de ventaja frente a los conservadores.

Mientras que la popularidad de la primera ministra cayó en picada y de acuerdo a la consultora británica YouGov, que reveló que «ahora menos popular que Boris Johnson».

Sólo el 14% de los encuestados dice tener una impresión favorable de Truss en una encuesta realizada entre el 1 y el 2 de octubre.