En un intento por calmar unos mercados financieros sumidos en el caos, el nuevo ministro de Finanzas británico anunció hoy la supresión de «casi todas las medidas fiscales» presentadas tres semanas antes por el Gobierno de Liz Truss, cada vez más cuestionada y con su supervivencia política amenazada.

Jeremy Hunt, quien fue nombrado el viernes inmediatamente después de la destitución del ultraliberal Kwasi Kwarteng, tras las turbulencias registradas en los mercados por un polémico plan económico, hizo el anuncio en un mensaje televisivo antes de dar explicaciones por la tarde en la Cámara de los Comunes en Londres.

Aunque esto va contra las normas parlamentarias, explicó haber obtenido autorización de la cámara «para reducir especulaciones contraproducentes» sobre unas «decisiones sensibles para el mercado» al que es necesario «proporcionar confianza y estabilidad», según dijo, citado por la agencia de noticias AFP.

La decisión se produce mientras los mercados financieros británicos están sacudidos por un gran nerviosismo y volatilidad desde que el 23 de septiembre Truss y Kwarteng presentaron un controvertido paquete de medidas que mezclaba importantes ayudas públicas a las facturas energéticas y recortes de impuestos, pero no incluía nada para financiarlo más allá de engordar la ya muy abultada deuda pública británica.

Así, en un dramático giro de 180 grados que debilita aún más a la primera ministra, quien sigue en el cargo pero ya sin ningún poder real, Hunt anunció: «Daremos marcha atrás a casi todas las medidas fiscales anunciadas (…) hace tres semanas».

Entre sus principales decisiones, las ayudas a los hogares para hacer frente a las costosas facturas energéticas se limitarán a seis meses, hasta abril, en lugar de los dos años prometidos por Truss y Kwarteng.

Tras adelantar estos cambios, Hunt presentará, como estaba inicialmente previsto, su plan presupuestario completo el 31 de octubre, junto con las previsiones para la economía británica realizadas por el organismo público OBR.

Truss dio una rueda de prensa el viernes para anunciar su decisión de cambiar de ministro de Finanzas y modificar sus polémicas medidas fiscales.

Apareció muy tensa ante la prensa, eludió las preguntas sobre su propia dimisión y se marchó al cabo de 8 minutos.

Tras este nuevo golpe a su credibilidad, la jefa de Gobierno se reunirá este lunes por la tarde con los diputados de su Partido Conservador para intentar convencerlos de que la mantengan en el cargo.

Según la prensa británica, numerosos legisladores conservadores barajan ya desde hace días nombres para remplazarla.

El diario The Times enumeraba este lunes un listado de posibles reemplazantes.

Truss es el cuarto primer ministro conservador que tiene el Reino Unido desde el referendo del Brexit en 2016 y varias figuras de la derecha británica consideran que debería dimitir, tras solo 40 días en el cargo.

Presentado el 23 de septiembre, el plan económico de Truss y Kwarteng sembró el caos en los mercados financieros, temerosos de que las finanzas públicas británicas se descarrilaran.

La libra cayó y el costo de la deuda pública se disparó, encareciendo a su vez el interés de los préstamos a familias y empresas.

El Banco de Inglaterra tuvo que intervenir para evitar que la situación se convirtiera en una crisis financiera, con un masivo programa de compra de deuda a largo plazo que terminó el viernes.

En un indicio de que los anuncios de Hunt para garantizar la estabilidad de las finanzas públicas británicas pueden tranquilizar a los mercados, ya antes de su mensaje televisado la libra subió 1,08% frente al dólar hoy, cambiándose a 1,1293 dólares.

Por su parte, las tasas de interés de la deuda pública a 30 años cayeron al 4,48%, reflejo también de una respuesta favorable de los inversores.

Esta reacción «sugiere que la destitución de Kwasi Kwarteng y el nombramiento de Jeremy Hunt contribuyeron a estabilizar el mercado y a restablecer la confianza en el mercado de deuda pública del Reino Unido», señaló Victoria Scholar, analista de Interactive Investors.

Hunt avanzó durante el fin de semana que tendría que tomar medidas «duras», con subidas de impuestos y recortes de gastos en todos los ministerios, un cambio radical respecto al programa de Truss, defensora de una política ultraliberal de impuestos bajos para incentivar el «crecimiento económico».