El negociador británico para el Brexit celebró este jueves los «decisivos pasos» en la negociación de divorcio, necesarios para comenzar a discutir las futuras relaciones con la UE, si bien su par europeo advirtió que todavía eran insuficientes.

«Creo que estamos dando decisivos pasos» en las negociaciones del Brexit, subrayó en Bruselas el británico David Davis al término de la cuarta ronda de negociaciones de un divorcio con la Unión Europea (UE) que, de cumplirse los plazos, debería consumarse a finales de marzo de 2019.

Determinar un importante avance en la negociación es crucial para el objetivo de Reino Unido de empezar a discutir cuanto antes las futuras relaciones con el bloque europeo, que podría incluir un tratado de libre comercio, e incluso un eventual período de transición de dos años tras la retirada efectiva de los británicos.

Los europeos se niegan a pasar a esta segunda fase mientras no haya «progresos suficientes» en las actuales prioridades de negociación: garantizar los derechos de los ciudadanos directamente afectados por la salida británica de la UE, el monto a pagar por Londres por su retirada y la cuestión irlandesa.

Y, pese a destacar la «nueva dinámica» de las discusiones tras el discurso el viernes de la primera ministra británica, Theresa May, en Florencia, el negociador europeo, Michel Barnier, se mostró menos entusiasta, estimando que la entrada en la segunda fase podría tomar «varias semanas o varios meses».

Los europeos se habían dado como fecha la cumbre europea del 19 y 20 de octubre en Bruselas para certificar la existencia de progresos suficientes en las negociaciones iniciadas a mediados de junio, un objetivo que parece cada vez más lejano.

El Parlamento Europeo se dispone incluso a urgir a los mandatarios europeos a «retrasar» su examen sobre el estado de los progresos, si no se registra un «avance» importante en todas las prioridades durante la quinta ronda prevista entre el 9 y el 12 de octubre.

 

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) se mantiene como uno de los puntos de bloqueo. Barnier reiteró su voluntad de que el alto tribunal sea el competente para resolver diferendos sobre los derechos de los ciudadanos, si bien Davis subrayó que la justicia británica protegerá los derechos de los europeos en su país.

Mientras tanto, la principal organización patronal británica, CBI, y la mayor confederación sindical, TUC, denunciaron conjuntamente la «intolerable» situación de los europeos en el Reino Unido y los británicos en la UE por culpa del Brexit y reclamaron «garantías claras».

Otro de los asuntos espinosos es el económico. Ante la intención de Reino Unido de supeditar el monto de la factura a la discusión de las futuras relaciones a ambos lados del Canal de la Mancha, el negociador europeo rechazó «cualquier vinculación» y urgió a definir primero la cifra.

May prometió en Florencia, donde abogó además por un período de transición de dos años tras el divorcio, «respetar» los compromisos británicos en el marco del actual presupuesto europeo vigente hasta 2020, tal y como recordó este jueves su negociador, quien rechazó por el momento ofrecer cifras concretas.

«Es importante que la primera ministra diga que, para los años 2019-2020, los Estados miembros de la UE no deberán pagar más o recibir menos, pero nos alejamos de la cuenta si nos limitamos a esos dos años solamente», advirtió Barnier, máxime cuando, según fuentes europeas, el monto total sería de entre 60.000 y 100.000 millones de euros.

El negociador británico destacó, por su parte, avances en otros dos asuntos: la situación de la frontera entre Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte, y sobre Euratom, el organismo europeo de coordinar los programas de investigación de la energía nuclear.

El referente de la Eurocámara para el Brexit, Guy Verhofstadt, reconoció que May abrió «la puerta a los progresos», si bien explicó que el parlamento «espera todavía respuestas sobre cuestiones cruciales como: cómo mantener Irlanda del Norte en la unión aduanera».