Los mandatarios europeos abordan este viernes en Bruselas cómo permanecer unidos en una futura Unión Europea sin Reino Unido, después que la primera jornada de cumbre terminara con una Polonia furiosa por la reelección de Donald Tusk como presidente del Consejo Europeo.

«Lo que pasó ayer no debe ser la situación permanente de la UE, que un país boicotee todo nuestro trabajo por una cuestión de política nacional. Es una reacción pueril», subrayó el primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel, para quien «Polonia entrará en razón».

La UE quería consagrar esta cumbre a su unión a 27 tras la marcha del Reino Unido, que deberían plasmar en una declaración en Roma el 25 de marzo con motivo del 60º aniversario del proyecto europeo. Sin embargo, la primera jornada estuvo marcada por una tensión que podría mantenerse.

El escenario de una futura UE con diferentes grados de integración parece imponerse en la reflexión sobre el futuro del bloque, impulsada especialmente por las cuatro principales economías de la zona euro: Alemania, Francia, Italia y España.

Esta «Europa a varias velocidades» choca, en cambio, con algunos países de la ex órbita soviética preocupados por el riesgo de convertirse en miembros de segunda, como Polonia que advirtió que esta solución puede conducir a «nuevas crisis» en la UE.

Ante esta eventual nueva confrontación, los mandatarios europeos debaten este viernes los «principales elementos» de la futura declaración de Roma, que tendrá por delante el reto de alcanzar una «articulación entre unidad y varias velocidades», según una fuente diplomática.

En este sentido, el documento de trabajo de los mandatarios este viernes abre la «posibilidad a algunos (países) de aproximarse, de ir más lejos y más rápido en algunos campos», pero «dejando la puerta abierta a aquellos que deseen unirse más tarde».

El objetivo es también preservar «la integridad» del mercado único, del espacio de libre circulación europeo Schengen y de la UE en su conjunto, reza este texto que busca conjugar las diferentes sensibilidades.

Mantener la unidad

La principal tarea de Donald Tusk en su nuevo mandato será así mantener la unidad de los 27 durante el proceso de reflexión sobre el futuro de la UE y durante las negociaciones del divorcio con Reino Unido, que de cumplirse los plazos podría tener lugar a mediados de 2019.

Los mandatarios veían en su continuidad una señal de «estabilidad», en un momento en que el bloque se enfrenta a nivel internacional a una Rusia amenazante y a una reconfiguración de su relación con su tradicional aliado, Estados Unidos, tras la llegada de Donald Trump.

Tusk expresó la víspera que trabajará por «mejorar la UE» con «todos» los países, indicó en rueda de prensa visiblemente marcado por la tensión vivida con Polonia, a la que advirtió de no «quemar puentes» con la UE, «porque una vez que lo hagan, ya no podrán cruzarlos de nuevo».

Varsovia había lanzado en vano una campaña contra la renovación al frente de los 28 de quien fuera su ex primer ministro entre 2007 y 2014, al considerar que violó «brutalmente» su neutralidad como presidente del Consejo, pero que finalmente se impuso con el apoyo de 27 de los 28 países.

Los dirigentes europeos consideraban el rechazo polaco una extensión a la UE de un problema interno. El líder del partido gobernante polaco, Jaroslaw Kaczynski, lo considera incluso el responsable «moral» de la muerte del entonces presidente polaco, su hermano gemelo Lech Kaczynski, en un accidente aéreo en el que murieron 96 personas en Rusia en 2010.

A pesar de la derrota, el gobierno polaco, ya en tensión con Bruselas por la situación de su Estado de derecho, mantuvo la confrontación, llegando incluso a denunciar que la UE obedece al «diktat de Berlín» y que la reelección de Tusk es un precedente «muy peligroso».