Los australianos acudirán mañana a las urnas para decidir si renuevan el mandato a la coalición Liberal-Nacional del primer ministro, Scott Morrison, o devuelven el poder a la oposición laborista, que tiene una leve ventaja de dos puntos en los sondeos, 51% frente al 49%.

«Estas serán las elecciones más igualadas que se vean en muchos, muchos años», admitió este viernes Morrison, que en agosto tomó las riendas del gobierno, en manos desde 2013 de la alianza formada por los liberales y el partido Nacional del viceprimer ministro Michael McCormack, cuyo formación representa los intereses de las Australia rural y del interior.

El mandatario, que también aboga por rebajas de impuestos, tiene como principal rival al líder del Partido Laborista, Bill Shorten, partidario de aumentar el salario mínimo, mejorar la educación y la salud pública y reducir las emisiones contaminantes en un 45 por ciento en 2030 con respecto a 2005.

«Voten por el verdadero cambio. Pongan fin al caos, voten por la reelección del clima, por extender la cobertura del cuidado dental de los jubilados y pacientes de cáncer. Por medidas sobre el costo de vida de las familias y el aumento de sueldo», dijo hoy Shorten en su último acto electoral en Sidney, informó la agencia de noticias EFE.

El líder opositor, que encabeza todos los sondeos, pero muy estrechamente, podría beneficiarse también de las simpatías hacia su partido generadas tras la muerte, ayer, del ex primer ministro laborista Bob Hawke (1983-1991), uno de los políticos más populares del país y al que se atribuye la modernización de Australia.

El cambio climático, que ha motivado una serie de protestas estudiantiles, ha sido uno de los asuntos clave durante la campaña electoral, junto al aumento de los salarios ante el aumento del costo de vida, el incremento de la población y el trato a los solicitantes de asilo que Australia tiene internados en centros en el Pacífico.

Para formar gobierno, la coalición o los laboristas necesitarán el apoyo de al menos 76 de los 151 escaños de la cámara baja en juego en estos comicios.

Si la tendencia de las encuestas se mantiene, los laboristas podrían ganar con una diferencia de entre uno y cinco escaños, lo que permitiría a Shorten gobernar con la plataforma más ambiciosa de su partido desde la década de 1970, según apuntó la analista política Mishelle Grattan, en la revista The Convesation.

También será crucial la disputa en el Senado, donde el gobierno de Morrison tuvo que negociar con los independientes y partidos minoritarios para sacar adelante sus leyes ante la oposición laborista y de los Verdes, que tenían 35 de los 76 escaños.

A los comicios también se presenta el partido xenófobo Una Nación y otras opciones de derecha y extrema derecha que aspiran a captar votantes desencantados y a ser decisivos a la hora de condicionar las políticas del próximo gobierno.