Los franceses están decepcionados con Emmanuel Macron. Seis de cada diez ciudadanos dicen no confiar en su presidente. Solo 16 meses después de su victoria, el mandatario bate ya el récord de impopularidad que alcanzó su predecesor, François Hollande.

El último sondeo de opinión, realizado por la empresa Kantar, refleja la desilusión creciente, cuando no el enfado, con un mandatario que creen no escucha lo suficiente a la ciudadanía y no reconoce sus errores.

No hay duda de que el «caso Benalla», por el nombre de su guardaespaldas personal, significó un golpe brutal a la imagen de Macron, que desde entonces no logra levantar cabeza.

La hiperactividad reformista del primer dirigente no solo no consigue animar a la sociedad, sino que la sume en una confusión de datos y cifras, difícilmente digeribles. A la vuelta de sus vacaciones de verano, Macron decidió dar un giro social a su política, hasta ahora considerada de derechas y favorecedora de «los ricos».

Pero la dimisión en directo, en una emisora de radio y sin avisar a Presidencia, de su ministro estrella, el ecologista Nicolas Hulot, acaparó las primeras páginas de la actualidad y certificó la poca consideración efectiva de Macron con los asuntos relacionados con el medio ambiente y, según el dimisionario, su dependencia de los lobbies.

La remodelación gubernamental obligada afectó también a otro miembro del Gabinete, la ministra de Deportes, Laura Flessel. Obligada a renunciar a su puesto por problemas con el fisco. Macron no quiso en ese momento hacer más cambios, pero la responsable de Cultura en su Gobierno ha defraudado también cientos de miles de euros a las arcas públicas, olvidando declarar las obras en las sedes de la editora de libros que ella y su marido dirigen.

La moralidad de la vida pública y la regeneración prometidas por el candidato Macron quedaron muy comprometidas tras esta serie negra. Para muchos de los franceses que habían apostado por las promesas de ética y deontología del líder de La República En Marcha la conclusión estaba clara: «Macron es como los demás». La vieja política que él consideraba superada volvía como un guantazo a la cara del presidente.

Fuente: Luis Ribas- Sputnik