Más de un centenar de personas fueron arrestadas hoy en París, en la 23° manifestación de los «chalecos amarillos», que volvieron a ser reprimidos por la policía durante una serie de desmanes en las inmediaciones de la Plaza de la República.

«Queremos vivir, no sobrevivir», reclamaba un cartel dirigido al presidente Emmanuel Macron, quien el lunes pasado, debido al incendio en la catedral de Notre Dame, aplazó para el próximo jueves un discurso en el que se esperaba que respondiera a las demandas de los manifestantes.

El gobierno desplegó un enorme operativo policial con 60.000 agentes para controlar a los manifestantes que ante la suspensión del anunció lanzaron una convocatoria con consignas de extremar la protesta ya que se trataba de un «ultimátum» al gobierno.

Tras un inicio pacífico de la protesta, luego de que la policía hubiera detenido a unas 70 personas, cerca del mediodía los uniformados comenzaron a reprimir a los manifestantes que, con la cara tapada, destrozaron mobiliario urbano y vidrieras.

Varios vehículos fueron incendiados, al igual que tachos de basura y paradas de colectivos, mientras que muchos de los manifestantes continuaban su ruta hacia la céntrica plaza de la República, lugar previsto para el final de la protesta.

En total, más de 120 personas fueron detenidas, muchas de ellas por «portar objetivos prohibidos», explicó la policía, que hizo uso de una nueva legislación que prevé detenciones preventivas.

Confiscaron material pirotécnico, así como elementos para ocultar el rostro de los manifestantes, informó la agencia de noticias EFE.

El gobierno blindó algunos barrios de la capital, como los Campos Elíseos o el entorno de la catedral de Notre Dame, víctima de un incendio el lunes pasado.