Andrés Manuel López Obrador juramentará este sábado como nuevo presidente de México en momentos en que el país, agobiado por la corrupción, el crimen y la pobreza, busca nueva una dirección al mando de este izquierdista antisistema.

Conocido como AMLO por sus iniciales, triunfó abrumadoramente en las elecciones de julio pasado y su coalición, liderada por Morena, el partido que fundó hace cuatro años, obtuvo cómodas mayorías en el Congreso bicameral.

Fue la mayor victoria para cualquier presidente, y la primera para un izquierdista, desde que la alternancia democrática se produjo en México en 2000.

De lengua afilada y cabello cano, López Obrador ocupará la silla presidencial por seis años en los que promete una «transformación» del país, aunque hasta ahora ha dado muy pocos detalles de cómo planea lograrlo.

La herencia de su impopular predecesor, Enrique Peña Nieto, incluye una corrupción endémica, la creciente violencia generada por los cárteles mexicanos de la droga y la caravana de 6.000 migrantes centroamericanos estacionada en la frontera de México con Estados Unidos.

Esto sin contar el campo minado que representa la relación con su poderoso vecino bajo la presidencia de Donald Trump. López Obrador, de 65 años, promete una presidencia como ninguna en la historia de México para enfrentar crisis en múltiples flancos.

Comprometido luchar contra la corrupción y gobernar con austeridad, ha renunciado a la lujosa residencia y avión presidenciales, así como a más de la mitad de su salario y al aparatoso cuerpo de seguridad que protege a los gobernantes mexicanos.