Las antagónicas posiciones de la Unión Europea (UE) y Reino Unido volvieron con fuerza a las negociaciones del Brexit, al comienzo de una ronda consagrada inicialmente a la «claridad» pero que sumó nuevos condicionantes a un proceso con la cuenta atrás activada.

Reino Unido se convertirá a finales de marzo de 2019 en el primer país en abandonar el proyecto europeo y, de cara a lograr una retirada «suave y ordenada»,la primera ministra británica, Theresa May, propuso el viernes un periodo de transición de dos años a partir de ese momento.

El negociador europeo, Michel Barnier, no cerró la puerta a esa eventualidad, si bien precisó la condición. «Sólo puede hacerse si hemos alcanzado un acuerdo previo sobre los principios de los asuntos de una retirada ordenada», aseguró antes del inicio de la cuarta ronda este lunes en Bruselas.

Barnier supeditó así discutir sobre esa eventual transición a un acuerdo sobre las prioridades del divorcio en discusión: garantizar los derechos de los ciudadanos directamente afectados por la salida británica de la UE, el monto a pagar por Londres por su retirada y la cuestión irlandesa.

Los negociadores están llamados, por lo tanto, a la cuadratura del círculo. La UE rechaza también hablar del futuro marco de relaciones a ambos lados del Canal de la Mancha, si no se registran «progresos suficientes» en esas prioridades, la más espinosa de las cuales es la financiera.

Y el negociador británico, el ministro David Davis, aumentó la presión en este asunto, condicionando el llegar a un acuerdo sobre la factura al futuro marco de relaciones, que podría incluir un acuerdo de libre comercio, o, en sus propias palabras, a su «nueva y profunda asociación especial con la UE».

Transición bajo reglas europeas -.

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La cuarta ronda se inicia así con choques, pese a que los europeos querían consagrarla a la «claridad». Barnier reiteró el llamado a la primera ministra británica a «concretar» en posiciones de negociación las ideas que había plasmado la semana anterior en un discurso en Florencia (Italia).

En la cuna del Renacimiento, May abogó por un Brexit «soft» con un periodo de transición de dos años y se comprometió a «honrar» los compromisos financieros asumidos por su país como miembro de la UE desde 1973, pero no adelantó ninguna cifra ni precisión.

Respecto a la transición, para el negociador europeo, las reglas comunitarias deberían regir «sin excepción» durante esos dos años si se trata «de mantener la participación de Reino Unido en el mercado único y en la unión aduanera».

La «cuenta a saldar» por Reino Unido aparece por el momento como la cuestión más espinosa. Ante la falta de precisión de la posición británica, la UE reclama una «metodología» de cálculo del monto total para pasar a la segunda fase de las negociaciones.

Según varias fuentes, los europeos avaluarían el monto del divorcio entre 60.000 y 100.000 millones de euros. The Times indicó que Londres estaría dispuesto a pagar 40.000 millones de libras (unos 45.000 millones de euros), una cifra desmentida el fin de semana por Davis.

– El tiempo apremia -.

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Desde que May notificara oficialmente la decisión de los británicos en referéndum de abandonar el bloque, el reloj de arena de dos años ya ha consumido casi seis meses y el tiempo apremia para alcanzar un acuerdo, como recordaron este lunes ministros de Asuntos Europeos del bloque tras una reunión en Bruselas.

El objetivo era finalizar la primera fase de negociaciones en octubre, después que los 27 constataran los avances suficientes en las prioridades del divorcio, a propuesta de Barnier, pero ese calendario parece cada vez más imposible.

La última ronda de negociaciones, celebrada a finales de agosto, terminó con ambos bandos echándose en cara la falta de avances y, sin estos, la UE no está dispuesta a pasar a la segunda fase del proceso de negociación y, por consiguiente, a discutir las futuras relaciones y el periodo de transición.

En paralelo a las negociaciones, May y Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, que reúne a los mandatarios del bloque, tienen previsto reunirse el martes en Londres.