El expresidente Sebastián Piñera y el candidato oficialista Alejandro Guillier radicalizaron su discurso de cara al balotaje que los enfrentará el 17 de diciembre, mientras que el izquierdista Frente Amplio condicionaba su apoyo en la segunda vuelta.

A tres semanas de la segunda vuelta presidencial, Piñera, que ganó la primera ronda con 36,6% de los votos, elevó el tono de sus críticas a Guillier, quien aseguró su paso al balotaje con 22% de los sufragios.

«Yo veo que el candidato Guillier está cada día más violento, más demagogo, más populista, más errático y se parece cada día más a (Nicolás) Maduro», afirmó el exmandatario, haciéndose eco de una postura que agitan sus adherentes, que dicen que un eventual gobierno de Guillier podría desatar una crisis política y social similar a la que se vive en Venezuela.

«Piñera está desesperado», respondió Guillier, acusando al exmandatario de estar ofreciendo «cualquier cosa» con tal de conseguir los votos en una segunda vuelta que se anticipa tendrá un final de infarto en busca del sucesor de la presidenta socialista Michelle Bachelet.

Un único sondeo conocido hasta ahora -después de una primera vuelta en la que las encuestadoras se equivocaron gran parte de sus pronósticos- mostró un «empate técnico» entre ambos candidatos, con un 39,8% para Piñera y un 37,7% para Guillier.
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– Esperando al Frente Amplio -.
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En efecto, las encuestas habían pronosticado una victoria de Piñera con mayor margen. La menor votación obtenida obligó al exmandatario a replantear su candidatura.

Y la inesperada cosecha del 20% de los votos que logró Beatriz Sánchez, la candidata de la coalición de izquierda Frente Amplio, que se constituyó en la tercera fuerza política, llevó a Guillier a profundizar el carácter de las reformas sociales propuestas, en busca de un apoyo que se vislumbra clave para el candidato del oficialismo.

A contra cara, Piñera debió golpear la puerta de uno de sus principales enemigos políticos, el senador Manuel José Ossandón, para sumarlo a su campaña, y aceptar el apoyo «sin condiciones» del reconocido «pinochetista» y excandidato presidencial José Antonio Kast, que sorprendió con un 7% en los comicios.

Piñera no puede darse el lujo de desechar ningún voto en su objetivo de retomar el poder tras un primer gobierno entre 2010 y 2014, que significó el retorno de la derecha al poder después de 50 años.

El exmandatario prometió este miércoles la creación de 600.000 nuevos empleos «con buenos sueldos» y su comando puso en marcha un plan para que los ciudadanos denuncien «el intervencionismo electoral» del gobierno de Bachelet, que en esta segunda parte de la campaña ha salido con todo a defender su legado y la continuidad de sus reformas sociales.

«Participen con su voto en la próxima elección presidencial, porque de verdad votar hace la diferencia», arengó este miércoles la mandataria, que en los últimos meses ha visto un aumento de su popularidad.

Guillier, por su parte, aguardaba el pronunciamiento oficial del Frente Amplio, que este miércoles reunía a sus 14 agrupaciones para decidir si apoyan o no al candidato oficialista.

El lunes, al relanzar su candidatura, Guillier anunció la condonación de un crédito estudiantil con la banca privada para el 40% de los deudores más pobres, en un guiño directo al Frente Amplio, que ha planteado la condonación total de esa deuda.

Revolución Democrática, el principal partido político de la coalición que ha sido comparada con el «Podemos» español, resolvió tras una consulta en internet dar su apoyo a Guillier bajo ciertas condiciones.

«La cancha está absolutamente abierta y la pelota en este momento la tiene el candidato (Guillier)», explicó el diputado Giorgio Jackson, uno de los líderes de la novel agrupación que vio la luz recién en marzo.