Los portugueses votan este domingo en unas elecciones presidenciales en las que la gran pregunta es si el popular candidato de derecha, Marcelo Rebelo de Sousa, será elegido en la primera vuelta.

En Portugal, el jefe de Estado tiene funciones fundamentalmente honoríficas, pero dispone de una prerrogativa apodada «la bomba atómica»: la de disolver el Parlamento. Una competencia nada banal teniendo en cuenta la fragilidad de la actual coalición de poder de izquierdas.

Según los últimos sondeos, Marcelo Rebelo de Sousa, del Partido Socialdemócrata (PSD, conservador), profesor de derecho y comentarista político en televisión, obtendría entre 52% y 55% de los votos y ganaría en la primera vuelta.

Su principal adversario, el independiente de izquierda António Sampaio da Nóvoa, obtendría entre 17% y 22% de los votos, y la exministra socialista Maria de Belem Roseira entre 8% y 13%.

En total se presentan 10 candidatos, cifra récord para unas presidenciales en Portugal.

«He votado por el profesor Marcelo. Después de verlo tantos años en la televisión, conozco sus ideas políticas», cuenta Mario Machado, un jubilado de 72 años, después de ejercer su voto en un barrio acomodado de Lisboa.

Una opinión alejada de la de José Nascimento, contable de 57 años, que ha optado por una candidata de izquierda. «Marcelo es una personalidad del mundo del espectáculo que promete todo a todo el mundo».

Rebelo de Sousa, que goza de popularidad más allá de su campo político gracias a su carrera como comentarista de televisión, llevó a cabo una campaña muy personalista, sin carteles ni pasquines, y privilegió el contacto directo con los votantes.

«Es un candidato de consenso con un discurso moderado, que capta votos entre la derecha y la izquierda. Pero para ser elegido en la primera vuelta los electores tendrán que movilizarse», explicó a la AFP el politólogo José Antonio Passos Palmeira.

El problema, precisamente, es que la abstención suele ser alta en las elecciones presidenciales en Portugal. En 2011 alcanzó un nivel récord de 53,48%.

-Un papel de árbitro-

Los 9,7 millones de portugueses inscritos en el padrón electoral pueden votar, pero las primeras estimaciones del resultado se conocerán una hora más tarde, debido a la diferencia horaria con las islas Azores.

Si ninguno de los candidatos obtiene más del 50% de votos, los dos más votados disputarán un balotaje el 14 de febrero.

Rebelo de Sousa cuenta con el apoyo oficial de las dos formaciones de derecha, el PSD y la CDS, pero ha tomado distancias con dos partidos asociados a las impopulares políticas de austeridad de la anterior legislatura.

«No seré el presidente de ningún partido», prometió este especialista en derecho constitucional de 67 años, que quiere ser «un árbitro por encima de la melé».

Aparte del color político, Rebelo de Sousa no se parece en nada al presidente saliente, Aníbal Cavaco Silva, que a sus 76 años concluye su segundo quinquenato consecutivo.

Este dirigente conservador, de aspecto rígido, nunca escondió sus reticencias a nombrar un gobierno socialista apoyado en el Parlamento por varios partidos de izquierda radical. La alianza, inédita en cuarenta años de democracia en Portugal, logró sacar del poder en unos pocos días a la coalición de derecha, que ganó las legislativas del 4 de octubre pero sin mayoría absoluta.

Al contrario que Cavaco Silva, el «profesor Marcelo» se ha mostrado muy conciliador con el gobierno de izquierda dirigido por António Costa, su exalumno en la facultad de derecho de Lisboa.

Y si es elegido, «no será un enemigo político del gobierno socialista», asegura a la AFP el politólogo António Costa Pinto. Aunque en caso de crisis, «tampoco dudará en convocar nuevas elecciones, si está convencido de que propiciarán una mayoría estable», añade el experto.