El resonado caso denominado Lava Jato que arruinó gran parte de la economía de Brasil, por el que se logró la destitución de Dilma Rousseff y el encarcelamiento de Lula Da Silva fue dirigido por el FBI de Estados Unidos.

La afirmación se desprende de las investigaciones realizadas por el portal The Intercept y de las publicaciones de la Agencia Pública brasileña, donde se demuestra la minuciosa tarea llevada por sus agentes, entre otros.

En tal sentido, Lula Da Silva publicó un reciente tuit en el que especificó que “el objetivo era Petrobras de Pre Sal y las compañías brasileñas que ganaban licitaciones de compañías estadounidenses en el Medio Oriente. Algún día va a contar esta historia en toda su verdad”.

Por otra parte, los descubrimientos también demuestran que el equipo del FBI se solapa con el aparato golpista contra el presidente estadounidense Donald Trump y que es dirigido por Robert Mueller.

Con el argumento de “combatir la corrupción” que se convirtió en la plataforma esencial para que finalmente Jair Bolsonaro gane las elecciones presidenciales, en octubre de 2015 unos 17 agentes del FBI y del Departamento de Justicia de Estados Unidos, viajaron a la ciudad de Curitiba para urdir el plan con el entonces juez Sergio Moro, haciendo hincapié también sobre la multinacional  Odebrecht.

A contramano de la legislación brasileña, el equipo de Lava Jato evitó informar sus maniobras al Ministerio de Justicia brasileño sobre la presencia de los agentes extranjeros, encabezada por George “Ren” McEachern, quien dirigía por entonces la Unidad de Corrupción Internacional (ICU).

A McEachern lo acompañó Jeff  Pfeiffer, un agente del FBI experto en contabilidad forense,quien en 2017, fue reasignado al equipo de Robert Mueller para la investigación contra el ex jefe de la campaña de Trump, Paul Manafort.

Fue así que casi un año después, otro de los miembros que viajó a Curitiba, Mark Scheers, volvió en varias ocasiones a Brasil para participar en los interrogatorios realizados a los funcionarios de Petrobras.

Para que tanto Petrobras como Odebrecht puedan solucionar los casos en su contra, fueron exhortadas a pagar más de 4.000 mil millones de dólares entre las dos.

Con todo, la actual jefa de la ICU del FBI, Leslie Backshies, reconoció ante la agencia de noticias Associated Press que la entidad que encabeza se utilizó para derrocar gobiernos que no son sumisos en todo el mundo, como así también impedir la reelección del presidente de Malasia.