El ejército ruso bombardeó hoy el centro de Jarkov, segunda ciudad más poblada de Ucrania, dejó sin luz la estratégica localidad portuaria de Mariupol y mantiene el asedio de Kiev, en el sexto día de invasión que el Kremlin anunció que continuará «hasta lograr los objetivos», pese al inicio del diálogo y la presión de las sanciones.

Los proyectiles contra Jarkov impactaron los edificios gubernamentales ubicados en la plaza principal, denunció el gobernador regional, Oleg Sinegubov, que calificó el ataque como «criminal».

El dirigente acompañó la acusación con un video, que ya circula por las redes sociales, en el que se ve un misil que cae contra el edificio administrativo, lo que provoca una gigantesca explosión en momentos en que circulaban varios autos por la zona.

Jarkov es una ciudad de 1,4 millones de habitantes, con una gran población rusoparlante, que está muy cerca de la frontera con Rusia.

La ciudad no es la única que está bajo un asedio constante desde que el presidente ruso, Vladimir Putin, lanzó hace seis días la invasión con el objetivo de «desmilitarizar y desnazificar a Ucrania».

El puerto de Mariupol, también ubicado en el este de Ucrania y donde viven cerca de medio millón de personas, está sin electricidad después de una ofensiva rusa, declaró en Facebook Pavlo Kirilenko, gobernador de la región.

«Mariúpol y Volnovaja son nuestros», escribió la autoridad regional ucraniana. «Las dos ciudades están bajo presión del enemigo pero están resistiendo. En Mariupol, el tendido fue cortado y la ciudad está sin electricidad».

El comandante de las fuerzas separatistas del territorio prorruso de Donetsk, Eduard Basurin, indicó que Mariupol «quedará cercada por completo».

Basurin aseguró que sus tropas permitirán que los civiles salgan de la ciudad a través de «dos corredores humanitarios» abiertos hasta el miércoles.

Mariupol y Volnavaja están entre el territorio que controlan los rebeldes separatistas prorrusos del este y la península de Crimea, que fue anexada por Moscú en 2014, y las tropas rusas intentan una ofensiva para unir estos dos territorios.

Kiev también sigue bajo acecho, entre combates en las inmediaciones y alarmas constantes de ataques aéreos.

Un largo convoy militar ruso en las afueras de la capital, que había sido detectado recientemente por imágenes satelitales es más grande de lo que se había pensado inicialmente, informó la agencia ucraniana UNIAN.

Según las imágenes satelitales de Maxar Technologies, que informa regularmente sobre la situación militar en Rusia, la columna alcanza los 64 kilómetros y consiste en carros blindados, artillería y otros vehículos.

Las milicias ucranianas erigieron en la capital improvisadas barricadas y programaron los carteles electrónicos de las carreteras para advertir a los rusos que serán «recibidos con balas». Sin embargo, una parte de los milicianos huyó junto con el multitudinario éxodo de civiles.

El presidente ucraniano Volodimir Zelenski dijo hoy que la defensa de Kiev es la «prioridad» y calificó de «crimen de guerra» a los bombardeos en Jarkov.

En el frente sur, el ejército ruso avanzó hasta las puertas de Jerson y comenzó a instalar puestos de control en la entrada, denunció Igor Kolikhayev, alcalde de la ciudad, que intentó dar ánimo a la población y la llamó a la «calma» y a no «provocar» al enemigo.

Rusia continuará su invasión en Ucrania «hasta lograr los objetivos», anunció hoy el ministro de Defensa, Serguei Shoigu, cuando se cumple casi una semana de la ofensiva y tras el primer diálogo entre representantes de los países.

«Las fuerzas armadas rusas continuarán la operación militar especial hasta que se cumplan los objetivos fijados», dijo el funcionario en una rueda de prensa difundida en la televisión estatal.

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El Kremlin busca la «desmilitarización» y la «desnazificación» de Ucrania, así como proteger a Rusia de la «amenaza militar creada por los países occidentales», afirmó el ministro.

También remarcó como meta «la protección de la población del Donbass», la región separatista del este de Ucrania donde se encuentran Donetsk y Lugansk, escenarios de un enfrentamiento bélico desde 2014 y que Rusia reconoció la semana pasada como Estados independientes.

«Lo esencial para nosotros es proteger a la Federación de Rusia de la amenaza bélica que van creando los países de Occidente, empeñados en usar al pueblo ucraniano en la lucha contra nuestro país», dijo.

Shoigu reafirmó que el ejército ruso «no ocupa los territorios en Ucrania» y «toma todas las medidas para salvar vidas y garantizar la seguridad de los civiles», de acuerdo a las declaraciones reproducidas por la agencia de noticias Sputnik.

«Quiero subrayar que los ataques van dirigidos únicamente contra instalaciones militares y se llevan a cabo exclusivamente con armas de alta precisión», agregó, pese a que la Oficina de Derechos Humanos de la ONU tiene registrados al menos 102 muertos y 304 heridos civiles desde que empezó la guerra, una cifra mucho menor que la difundida por las autoridades ucranianas (352 hasta el momento).

El ministro negó que las fuerzas rusas apunten contra infraestructuras civiles o residenciales, y aseguró que las fuerzas ucranianas las utilizan como escudo para protegerse de los ataques de Moscú.

«Lanzacohetes múltiples y morteros de gran calibre están instalados en los patios de los inmuebles cerca de escuelas y jardines en infantes», dijo.

El presidente ruso Vladimir Putin formuló ayer las mismas acusaciones, alimentando el temor a una multiplicación de los ataques en zonas urbanas.

El mandatario exigió el reconocimiento de Crimea como territorio ruso y la desmilitarización de Ucrania como condiciones para terminar la guerra en ese país.

El mandatario ruso subrayó que la resolución del conflicto «era posible solo si los intereses de seguridad legítimos de Rusia eran tomados en cuenta sin condición», según el Kremlin, tras una conversación entre Putin y el presidente francés Emmanuel Macron.

Representaciones de los gobiernos de Ucrania y Rusia mantuvieron ayer una primera reunión, en la que al parecer se abordaron al menos “algunos puntos” que podrían derivar en futuros acuerdos en torno a la crisis en la exrepública soviética y que se seguirán debatiendo en una “segunda ronda”, por ahora sin fecha.